jueves, 25 de octubre de 2007

¿El existencialismo es un humanismo?


Algunas reflexiones en torno a la filosofía de Jean Paul Sartre.

Es innegable que el Existencialismo ha sido una de las corrientes filosóficas modernas que mas ha marcado a la sociedad, aunque esta, la sociedad en general desconozca el pensamiento directo de los filósofos, es innegable que tal pensamiento se permea hasta las grandes masas, pero diluido de una forma que muchas veces raya en la perversión.

El ejemplo típico actual son los reallity show que podemos ver en televisión, sin duda el mas famoso es el Big Brother; este formato de espectáculo fue inspirado según sus propios creadores en la novela titulada “1984” del escritor George Orwell, la cual esta sumamente influenciada por esta corriente filosófica: el individuo a pesar de permanecer a un grupo social, en realidad esta solo y solo se debe bastar para lograr el éxito.

Pero vayamos viendo un poco en que consiste este pensamiento existencialista en las propias palabras de su más reconocido exponente, Jean Paul Sastre, el cual en su más famoso libro “el existencialismo es un humanismo” expone con toda claridad los axiomas que dan forma a esta corriente:

"El existencialismo ateo que yo represento (...) declara que, si Dios no existe, hay por lo menos un
ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto, sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto, que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo. Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un libro, casarme; todo esto no es más que la manifestación de una elección más original, más espontánea de lo que se llama voluntad. Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es; yo opino que es real el motivo o causa del ser."

Dios no existe.

Para desglosar el párrafo anterior, me gustaría empezar por la primera línea, allí donde dice “si Dios no existe…”; este postulado presupone la no existencia de un ser trascendental, sin embargo no aporta pruebas a favor de ello, lo cual va justo en contra de la ortodoxia racionalista que tanto defiende el ateismo, es decir, se hace a un lado el método científico y se presupone “Dios no existe”; creo que un verdadero acto de honestidad intelectual obliga a establecer pruebas de tal aseveración.
Es evidente pues el prejuicio que se guarda respecto de la existencia de Dios; es una negación que raya en lo patológico para los filósofos modernos, pero ¿Por qué esta aversión al tema de Dios?, creo que primordialmente porque estamos viviendo todavía una efervescencia ante todos los conocimientos y descubrimientos que nos han caído como diluvio en los últimos 4 siglos, es decir, tenemos tantos nuevos datos a nuestro alcance, le hemos robado tanto espacio al misterio, misterio que llamábamos Dios, que creemos como consecuencia que Dios ya no va a estar mas en ningún rincón de nuestra ignorancia.

Así pues, el solo hecho de establecer la posibilidad de un Dios es un acto retrogrado para cualquier filosofo que se jacte de ser serio, pues presupone un volver al pasado. Al cual hemos desechado y se le recuerda solo como historia, sin reconocer la posibilidad que en esos 3000 años de filosofía puede haber cosas realmente buenas, es pasado y merece morir, y en ese pasado también esta Dios, ¡Dios ha muerto!, proclamo Nietszche hace dos siglos.

La existencia precede a la esencia.

Volviendo al análisis del texto leemos el siguiente axioma “la existencia precede a la esencia”; este tema es antiquísimo como la filosofía y las religiones mismas; los bandos van de un extremo a otro, hay quienes pues proponen justo lo contrario, la esencia precede a la existencia como los budistas. Inclusive hay quienes presuponen que ambas son inseparables y solo tienen un principio mas no un final, como el cristianismo.

Aceptar el presupuesto de Sartre, implicaría esperar que un buen día el individuo sufra la inserción de la esencia en su cuerpo, es decir, que el espíritu tome posesión del cuerpo; tal hipótesis que sea presentado por un bando ateo me parece inconsistente pues en todo caso, ¿Quién insertaría tal esencia en el individuo?, ¿la naturaleza?, si es así, ¿Por qué tendría que hacer tal cosa la naturaleza?, ¿no seria esto un acto racional de la naturaleza?, lo cual dicho de paso va en contra del principio de azar que se presupone es el modo de operar y la esencia misma de la naturaleza.

Me inclino a pensar que esencia y existencia nacen a la par, sin embargo la primera permanece en potencia en los primeros años del individuo, es decir, esta allí pero no se tiene la conciencia de ella. Solo la conciencia, es decir, el acto racional es el que es capaz de darnos a conocer la esencia.

El hombre no es otra cosa que lo que el se hace.

De entrada estoy de acuerdo con esta propuesta, somos lo que hemos decidido hacer con nosotros mismos, esta función de la voluntad y el libre albedrío en que opera el hombre. Sin embargo tal voluntad y libertad hay que reconocer que no son plenas; somos seres sociales insertados en la particularidad de nuestro tiempo y difícilmente, sino es que resulta imposible escapar a aquello que nos condiciona tal singularidad. Es decir, vivimos los paradigmas contemporáneos y a lo más que podemos aspirar es a escapar a esos paradigmas; pero descarto un fatalismo en tal condición, sino más bien una necesidad evolutiva gradual en nuestro pensamiento colectivo.
Para explicarme recurriré al celebre ejemplo de Platón titulado “los ídolos de la caverna”; relataba pues el celebre filosofo que existió hace mucho tiempo un grupo de individuos que Vivian en la oscuridad absoluta de una caverna, sin embargo uno de ellos se decidió a explorar hasta que llego al exterior y conoció la luz, maravillado por lo que pudo ver fue a contárselo a sus compañeros, sin embargo estos, lo asesinaron pues creyeron que había enloquecido; así pues el paradigma contemporáneo al que podía aspirar romper el hombre que vio la luz era el de la oscuridad absoluta; no podía ir mas allá, porque desconocía que hay mas allá, solo vio lo que pudo en la entrada de la gruta, quizás un bosque y un cielo azul, pero no pudo hablar, por ejemplo, del mar.

Se necesitan pues, muchos mártires que nos hablen de la luz, para que el colectivo decida ir a la boca de la gruta, sin duda ese día, allí nos estacionaremos, pero empezara a haber nuevos mártires que exploren mas allá de lo que se ve al pie de la gruta, esa es la condición de la humanidad en su conjunto. Así ha operado desde siempre, desde la invención de la rueda, el cultivo, hasta la abolición de la esclavitud y la implementación de la democracia. El desarrollo de la humanidad es un proceso gradual.

El existencialismo es un humanismo.

Por ultimo quiero referirme al titulo del libro, para preguntarme ¿Qué es un humanismo?, según he leído en varias referencias lo común es aceptar por humanismo una corriente que este a favor del individuo, es decir, que este en contra por ejemplo de un nacionalismo, donde el individuo es visto y valorado solo en función de lo que pueda aportar a la nación. O de una religiosidad, donde el individuo esta en función y al servicio de la institución religiosa.

Entonces pues, el humanismo debiera ser una corriente que tratase de comprender íntegramente al hombre: cuerpo, mente y espíritu. Pero el existencialismo de Sastre se declara ateo, con lo cual niega parte de la dimensión espiritual del ser. Para mi esta es una vejación, con lo cual se esta firmando el certificado de defunción de esta corriente filosófica, ¿Por qué?, simple, porque vejando al hombre en su dimensión espiritual será imposible que logre darle al hombre mismo las respuestas que necesita.

El hombre necesita una respuesta integral a su existencia, pero mucho me temo que la tendencia de las ciencias y las religiones es polarizar sus posiciones; pasando del dogmatismo al fundamentalismo y volviendo el supuesto dialogo mas bien un dialogo de sordos donde todos hablan, pero nadie quiere escuchar al otro.

Requerimos con urgencia un doble acto de sinceridad: intelectual y espiritual; solo este doble esfuerzo personal puede arrojarnos las respuestas que requerimos como individuos y como humanidad.

Alcides

Sudcalifornia (foto de Heri).


Una reflexión sobre la clase política mexicana por René Drucker Colín


Un diccionario dice que la política es “el arte de gobernar que comprende la organización y administración de un país en sus asuntos interiores y exteriores” y también dice que un político es una persona “versada en los asuntos de la política o que se ocupa de ello”. Luego también dice que un politicón es una persona que “muestra extrema atención a las cosas de la política”. Luego está el término “politiquear”, que, según el diccionario, es aquel que “se sirve de la política para fines ruines” y de hecho se señala que un sinónimo de politiquear es intrigar.
Situándonos en estos contextos de definiciones, hagamos un análisis sobre las realidades mexicanas, pues yo me preguntaría: ¿son nuestros políticos personas versadas en asuntos de la política o simplemente sólo se ocupan de ello? Por como va el país, yo optaría por lo segundo, pues en general no parecen nuestros políticos ser demasiado versados en lo que se ocupan, pues ¿cuántas veces hemos visto que se nombran diputados, senadores, secretarios de Estado, subsecretarios, directores, etcértera, como pagos de cuotas, favores o parentescos, aunque no sepan nada o poco sobre el área para la cual fueron nombrados?
También el término politicón, que se supone identifica a alguien que pone extrema atención a los asuntos políticos, aquí en nuestro México más bien, como señala la sabiduría popular, se refiere a alguien que está bien parado en las altas esferas, o sea, alguien con influencia grande y donde no importa si muestra o no extrema (o poca) atención a los asuntos políticos que en teoría le deberían corresponder atender.
Lo que sí parece ser característica nacional de los políticos es eso de “politiquear”, o sea, intrigar. Como la política se define como el arte de gobernar y el arte se define como “el conjunto de reglas para hacer bien alguna cosa”, pues quizás los políticos mexicanos han entendido que la cosa que hay que hacer bien es intrigar. Desde luego, si la intriga es muy eficaz, entonces el que la hace es un “politicón”, que merece ese epíteto por tornarse alguien de mucho respeto, no necesariamente muy respetable, siendo esto último de lo menos importante en la política mexicana.
Quizás es por esto que el país, en lugar de avanzar, parece ir en retroceso. México a veces da la impresión de ser como el mundo al revés. Sólo así se puede comprender que año con año las evaluaciones externas que se nos hacen muestran en casi todos los rubros que vamos hacia atrás. México es un país maravilloso, con recursos naturales que parecen inagotables, con una población que ama entrañablemente a su país, que tiene inteligencia y capacidad, pero desafortunadamente sometida a la rapacidad de la clase política y sus comparsas.
Los partidos políticos están partidos, no son partidos y no existe en ninguno un proyecto de nación, pero de NACIÓN, no de un proyecto pasajero, efímero, que cumple con el momento “político”.
La política mexicana es rehén de intereses tacaños, a veces hasta pueriles, y ya no sabe uno si así es la política genéricamente, o sólo lo es la que aquí nos tocó vivir.
Creo que es tiempo de cumplir con la ampulosa frase de que es necesario luchar por los intereses superiores de la nación y que la clase política realmente se dedique a trabajar en lo que le toca, cuando le toca y no con la vista puesta en lo que piensan que el futuro les parece prometer a ellos, o sea, que dejen de practicar el futurismo político.

domingo, 21 de octubre de 2007

Muere Lentamente (de Pablo Neruda).


Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.

El Segundo Tabú


Hace dos días leía un articulo de un amigo, sobre lo que el considera es la primer palabra tabú de este naciente siglo XXI, la cual es “diferencia”.
En su hipótesis parte del hecho en que la globalización se ha vuelto un suceso multifacético que ya no solo se remite a la economía sino se adentra a la cultura, la religiosidad, la sexualidad y todos los etcéteras que puedan existir.
Lo cual nos orilla como humanos a ser simples “sabores”, es decir, no podemos tener nada en singular, sino que somos variaciones de un todo; no hay lugar pues a las diferencias.
Así pues, el que defienda por ejemplo la necesidad imperante de la heterosexualidad del amor, es considerado como retrogrado, como una reliquia del pensamiento pasado, alguien pues, anacrónico.
Reflexionando en esta idea de los nuevos tabúes, creo que la siguiente palabra que se ha vuelto maldita es “dolor”. ¿Por qué?, porque el avance exponencial de la ciencia y la tecnología que hemos tenido a partir de la revolución industrial nos ha fascinado y por tanto hemos puesto nuestras ilusiones totales en ellas, llegando a creer que podemos inventar la cura para cualquier dolor y la herramienta para aligerar cualquier esfuerzo físico.
Recientemente me comentaba una persona que sufría de una etapa depresiva debido a su situación personal concreta (la cual, ciertamente era difícil); que había tomado la determinación de ir a donde un psiquiatra o psicoanalista en busca de alguna medicación que redujeran ese estado de animo triste que lo hundía inclusive hasta caer en etapas catatonicas leves. Es decir, en otras palabras, quería una pastilla para ser feliz.
Sin embargo, un vistazo a las más nuevas teorías psicologías demuestra que cada día más, se trata de evitar precisamente eso y que por el contrario se hace un énfasis mayor en la necesidad de asumir y enfrentar nuestra realidad de una manera conciente.
En una visión muy generalizadora podemos decir que hay dos grandes tendencias respecto a como asumir el dolor:
Primero, la negación. Nuestra civilización, nuestro tiempo actual, trata de vendernos por doquier la idea de que el dolor es algo anormal que debe ser entendido como un defecto de la naturaleza; es decir, descontextualizarlo de nuestra vida y si es posible, ni siquiera reflexionar sobre el. Para eso esta la televisión, para olvidar nuestra soledad. Para eso están las drogas, para olvidar nuestra insatisfacción de lo que somos. Para eso la promiscuidad, para olvidar lo difícil que puede resultar la vida en pareja. Para eso esta el aborto, para olvidarnos de la preocupación de crear un hijo no deseado.
Segundo, la postura morbosa y de sensiblería, es decir, al deleite en el dolor ajeno o al exacerbamiento de este. Los pongo juntos porque van tan estrechamente ligados que en un análisis serio resulta casi imposible vislumbrar donde acaba el uno o el otro. ¿Ejemplo?, uno mediático, el caso de la película de Mel Gibson “la pasión”, que convoco a niveles de psicosis colectiva verdaderos ríos de católicos que saturaron por mucho tiempo las salas de los cines y, que no faltaron las leyendas urbanas que en esas salas murió alguna ancianita de un infarto ante la impresión de las escenas, así como que había conmovido el corazón de algun asesino el cual saliendo fue a entregarse a la comisaría mas cercana; pero como bien dijo el teólogo Leonardo Boff: esa pasión es la pasión de Gibson por la sangre.
Otro ejemplo, más personal, procede de mi infancia. Recuerdo que estando en catecismo, a la edad de 10 años, nos decía una ocasión el párroco de la iglesia, que Jesús había recibido 7777 azotes en el calvario, a lo cual pregunte como se sabía eso con exactitud y el dijo: un santo recibió el dato en una revelación. Lo cual, desde entonces despierta mis sospechas sobre la veracidad del santo y del mismo párroco.

Por otro lado, hay otras formas concretas del ser que resultan dolorosas por ser inherentes al individuo, por ejemplo una tendencia sexual fuertemente arraigada como la homosexualidad, problemas mentales del origen genético como el que padece obsesiones o también una deformación física; son estos casos ocasión de dolor en quienes las padecen. Y siguen despertando en nosotros ante tal encuentro preguntas tan viejas como la misma humanidad: ¿Por qué Dios permite que alguien nazca así?, ¿Por qué Dios si es amor, permite tal dolor?

Por ultimo me viene a la mente de nuevo la muerte de Jesús, y me pregunto, ¿podía Jesús haber escogido otra muerte menos dolorosa e ignominiosa?, creo que si, entonces, ¿porque escogió la peor de aquellos tiempos?, al grado de hacerse acreedor de una maldición bíblica: maldito aquel que cuelga de un madero.
En esta elección de dolor y muerte, Jesús nos quiere dar una de las mayores enseñanzas: el dolor es inherente a la condición humana y El, que quiso ser en todo humano, no quiso privarse de experimentar en carne propia este trance inevitable como un acto de solidaridad y de amor para con el genero humano.

Alcides

Lilith (las implicaciones eticas en el arte).


Lilith es el titulo de una obra de teatro que recientemente pude ver; en una escena se representa a Yahvé ordenando se le realice el sexo oral por parte de su esposa, la cual sumisa accede.
Esta leyenda se encuentra basada en el doble relato bíblico de la creación del universo; es decir, en el Génesis se cuenta dos veces la creación del hombre y la mujer, primero en Gen. 1:27 y después en Gen 2:22, lo cual da pie en los habidos de escándalo interpretar que Yahvé creo a la primer mujer Lilith, pero como era altanera y sumamente problemática, la destruyo para hacer una Eva, ahora si, a la medida, ordenes y caprichos de Adán.
Sin embargo los estudio serios al respecto concuerdan en dos cosas; para empezar que ambos relatos tienen una marcada influencia de un escrito muy anterior titulado El Poema de Gilgamesh, el cual por cierto, es de origen babilónico, lo cual resulta por demás paradójico, pues cuando el cristianismo quiere hacer notar la pecaminosidad de algo lo denomina “babilónico”, sin embargo, Babilonia fue la fuente de inspiración humana del relato presentado en el Génesis y finalmente, que los relatos son de escritores distintos y dista mucho tiempo entre uno y otro; esto no es por demás raro, sino inclusive algo muy común en la Biblia, pues recordemos que este libro es en si, un compendio de libros y por ende de muchos autores.
Pero lo que a mi me gustaría reflexionar es sobre las implicaciones éticas en el arte.
Sin duda todo artista defenderá a muerte el hecho de que su obra no puede estar sometida a la censura exterior; que el arte debe ser libre. En estos primeros axiomas estamos de acuerdo. Por simple deducción se infiere que si esto no fuera así, el arte se estancaría en un clasicismo eterno, lo cual va en contra del espíritu mismo del arte. Así pues, tendríamos por ejemplo en la música clásica un eterno barroco condenándonos a escuchar para siempre variaciones de compositores como Vivaldi, Bach o Telemann.
Por otra parte, es evidente también, que toda obra de arte conlleva la visión propia de su creador, su estilo personal; al escuchar una pieza de música por primera vez, quien esta versado en un compositor en especifico puede decir si tal pieza corresponde al autor en cuestión; lo mismo sucede en todas las expresiones del arte, uno sabe que tal cuadro es de Botero o de VanGogh, en la poesía cualquiera con el mínimo de conocimiento en la materia distingue un soneto de Pablo Neruda que una rima de Gustavo Bécquer; por tanto Lilith tampoco escapa a estas consideraciones, así que un acto de marudez obliga a ver la obra como una postura de su autor, ¿tal postura es correcta o incorrecta?, esa ya es una decisión personal que cada quien debe asumir.
En lo personal me preocupa la visión que guarda de Dios el autor, no por obscena, sino porque con tristeza debo reconocer que es la visión predominante en los ambientes seculares: un Dios egoísta, distante y que permanece inmutable ante el dolor humano; si, en la vida diaria laboral, familiar, en los círculos de amigos, así es visto Dios y el culpable no es Dios, sino a aquellos que dio como misión anunciar quien era el en realidad: su Iglesia. Demuestra que no hemos hecho bien el trabajo. Considero que desgajarse las vestiduras a la usanza de los fariseos es por demás hipócrita; los hombres de Iglesia hacen mas escarnio publico del nombre de Dios y nadie dice nada; allí están por ejemplo los seiscientos y tantos millones de dollares que la diócesis de Los Ángeles (USA) esta pagando a los niños sobrevivientes de abusos sexuales por parte del clero. Eso si es realmente obsceno y ninguna buena conciencia dice nada.
Ahora bien, así como el arte es inherente al espíritu humano, también lo es la ética. El hombre requiere del arte para comunicar su sentir respecto de la vida y requiere de la ética para poder vivir en paz y armonía con sus semejantes. Sopesar estas dos tendencias naturales es misión irrenunciable del artista que se jacte de ser serio y comprometido con su obra; claro esta que nunca faltaran anarquistas que propugnen por el fin de toda regla, norma y moral, pero eso solo son posturas histriónicas facilonas.
Al principio hablaba de que la censura externa es inaceptable, pero la de fuero interno es por demás necesaria. De lo contrario caminamos irremediablemente a la anarquía, la cual es la antitesis del género humano. Por tanto, creo que todo artista debe plantearse sobre aquellos puntos en el que el contenido de su obra pueda lastimar lo que otros tienen por sagrado; antes de dar rienda suelta a la creatividad los artistas se deberían de preguntar: ¿es valido, imprescindible o al menos necesario que yo haga menoscabo de aquello tópicos que otros tienen por divino?. ¿En que engrandece al arte y a la humanidad la ridiculización de lo que para otros resulta sagrado?. ¿No será en el fondo el sacrilegio solo una formula soez de encubrir la falta de talento?. ¿No será aquel slogan “mi objetivo es mover la conciencia de las masas” solo una forma de rellenar el vació intelectual?
No hay norma mas sana para la convivencia humana que aquella que dicta: mi libertad llega, hasta donde llega la libertad del otro.

La Tía Hilda


Cuando tenia alrededor de 10 años de edad, me gustaba ir de visita a la casa de mi Tía Hilda, porque tenía una enciclopedia temática de las grandes obras modernas que la humanidad había realizado; en especial me gustaban los tomos del portaviones y del Golden Gate en San Francisco.
La enciclopedia estaba guardada en la recamara de su hijo mayor, que por aquellos tiempos había emigrado a los Estados Unidos, así que la habitación siempre estaba sola, muy limpia, con la cama bien tendida de sus sabanas.
La habitación tenía un tocador blanco, con un gran espejo. Guardaba aun algunos accesorios personales del lejano propietario, una ventana sin cortina daba la vista al traspatio, el cual por cierto nunca visitaba. Pero sabía que Vivian allá atrás unos calandrios enjaulados, cuya crianza fue siempre uno de los dos hobbies favoritos de la abuela.
La puerta tenía la singularidad de que no debía cerrarse con seguro nunca, pues la llave estaba extraviada e inclusive se especulaba que por error el primo se la había llevado en la maleta; el caso es que en prevención de que no se cerrase le habían puesto a nivel del piso un gran caracol blanco con negro a manera de tranca.
Pero yo entrando me remitía a tomar uno de estos libros, lo abría sobre la cama y me ponía de rodillas a hojearlo y leerlo. Así me pasaba dos o tres horas, cada vez que podía.
Cada foto, que generalmente que eran a doble hoja me parecía tan impactante que han quedado en mi memoria. En la parte inferior venia la explicación de aquello que ilustraban, resaltando el gran logro de la ingeniería.
Aquella casa tenia tres recamas, un pasillo conducía al punto donde te topabas con las tres puertas, mas una del baño. En este rincón estaba el mayor orgullo de mi tía, que consistía en haber mandado instalar un altar a la Virgen De Guadalupe en la única pared que no tenía puerta.
No recuerdo si esa virgen era de piedra o de otro material, solo recuerdo que era de colores muy vivos, sobre todo el rojo de su vestido.
Decía mi tía, que la había puesto allí, para que todos al entrar a dormir a su respectiva recamara se acordaran de la Virgen.
Yo me quedaba viendo la imagen, cuanta vez pasaba frente a ella, sin duda en busca de la enciclopedia, me la quedaba viendo porque algo de misterio me atraía a ella, pero no era uno de esos misterios de miedo, sino de inquietud, o sea mas bien me preguntaba que había en aquella imagen que le interesaba tanto a la tía que sus hijos la tuvieran tan presente.
Fuera de estas incursiones en pos de la enciclopedia, me gustaba remitirme a permanecer inmóvil en un sillón de la sala. Mi abuela, que vivía en esa misma casa siempre platicaba con mi madre y mi tía en la cocina, así que solo escuchaba sus voces y de vez en cuando interrumpían sus charlas para ofrecerme algo o para sugerirme que prendiera la televisión; a lo cual, la mayoría de las veces respondía con un “no, gracias”, a lo cual la abuela le parecía de sumo educado. Sin embargo, yo mas me negaba porque en aquella televisión no se podía sintonizar el canal de las caricaturas, que era el que me interesaba, así que para ahorrarme frustraciones y explicaciones solo me remitía al “no, gracias”.
Pero pasado un rato de mi arribo, ya que me sentía con más confianza, me metía en busca de la enciclopedia, topándome irremediablemente con la Virgen.