viernes, 1 de agosto de 2008

Debussy



En el arte siempre hay un genio que inaugura una época; que encuentra nuevas formas de expresarse. Por ejemplo en la música clásica: Beethoven irrumpió en el ambiente cortesano predominante para hacer música que pretendía trascender, sacar algo del ser humano.
Escuchar a Beethoven en su tiempo debió ser una experiencia transformadora; dejo atrás la lluvia de pequeñas notas, para volcarse sobre los arranques de ira, y las repeticiones hipnotizantes.
Todo esto me viene a la mente porque hace unos días leí por allí que Debussy había revolucionado en el siglo XX la forma de tocar el piano, así que me he puesto a escuchar algo de sus obras, y efectivamente, es un sonido muy diferente el que le saca al piano respecto de Beethoven y todos los románticos. Hace atmósferas más descriptivas, deja atrás lo sugestivo y lo heroico para volcarse sobre la naturaleza.

Alcides

lunes, 28 de julio de 2008


El gran déficit de la recta moral radica en su intento de homogenizar; de pretender medir con la misma regla a todo individuo. Sin asumir aquella frase muy cierta de José Ortega y Gasset: yo soy yo y mi circunstancia, sino la salvo a ella, tampoco me salvo yo.
Claro esta que un determinismo en el ámbito moral es inexistente, mas subsiste un innegable condicionamiento, un ejemplo claro nos lo da la psiquiatría que a establecido que aquello aprendido hasta la edad de los siete años en la conducta moral, constituye el patrón de conducta de toda nuestra vida.
Una moral sin fraternidad y sin constextualizacion se vuelve pues, solo una señalización insistente, algo que cansa a los demás, pues como dijo el también filosofo Pascal: el abuso de la verdad es peor que la mentira misma.

Alcides

domingo, 27 de julio de 2008


Católicos hipócritas.

Martina dice que todos los católicos somos una sarta de hipócritas, especialmente los sacerdotes. ¿Por qué?, porque descubrió al cura de su pueblo en plena sesión de amores con doña Casta, la presidenta de las damas de la vela perpetua; así que según Martina, en vista de nuestra declarada hipocresía, mejor se va a cambiar de religión o mínimo ya no va a participar en su parroquia.
Ponerme a justificar sacerdotes no es mi intención; la Iglesia es una santa y una pecadora, sin embargo ingenuamente se cree que la santidad se da en lo concreto y la pecaminosidad es una abstracción, algo que se dice por falsa humildad, como para no decir solamente que es una santa. El pecado es algo real, especifico e inherente al ser humano sea cual sea su raza, credo, sexo o jerarquía.
Las fallas de los demás nos desalientan, mas si es una falla moral en un supuesto líder moral, eso nos golpea en la esperanza, nos hacen replantearnos nuestra fe, surge la necesidad de justificar nuestra identidad. Para mi todo esto es positivo, basta de ingenuidad religiosa, basta de una laicidad de misa de domingo y confesión mensual. La gran masa de laicos requiere tomar conciencia de la realidad que guarda su Iglesia. Ya no alcanza con vivir la sacramentaria, por eso esta en crisis el catolicismo.
Si, estamos en crisis, básicamente de credibilidad, nadie nos cree que venimos con el anuncio de la una buena nueva, ni siquiera nosotros mismos nos creemos, somos una aplastante mayoría entre la población, pero solo estamos adoctrinados, porque fuimos de niños al catecismo, nos sabemos unos cuantos rezos, bautizamos a nuestros hijos, pero hasta allí. No hay una real vida de fe, solo una participación esporádica en la vida de la Iglesia a la cual acudimos para que nos adormezca de nuevo esa necesidad interna de Dios.
No nos interesa Dios, porque nadie nos enamora de Dios, ni siquiera la Iglesia misma habla de El, se habla de verdades, de recto camino, de amar al prójimo y de todo aquello que es “bonito”; como si Dios fuera algo “bonito” en términos humanos.
¿Queda alguna esperanza?, creo que si, ante todo la Iglesia no es una obra de hombres sino de Dios, he allí su verdadera santidad, creo que si bien son tiempos de crisis, lo son en función de un cambio, cambio que va en el sentido de un despertar a la realidad que presenta el mundo moderno; y lo curioso es que la gran mayoría de los que conforman activamente la Iglesia lo saben, sabemos de la necesidad de un cambio en nuestra actitud, en nuestra forma de anunciar a Dios, una forma mas eficaz, sin embargo todavía no encontramos la forma de lograrlo.

Alcides