sábado, 8 de septiembre de 2007

Algo sobre la Sabiduria


1. La conciencia de si mismo como acto que nos distingue.

Alguien definió al ser humano en una ocasión como “la naturaleza que toma conciencia de la naturaleza”; es decir, como el único ser vivo que toma conciencia de si mismo, el único ser pues, capaz de razonar; esta verdad es tan innegable que creo es la única verdad en la que se han puesto de acuerdo los filósofos de todas las corrientes; todos pues, aceptan aquella máxima de Descartes: Cogito, ergo sum (pienso, luego existo).

Los demás seres vivos del reino animal, que son el reino que mas similitudes guarda con la especie humana pueden sobrevivir sin una conciencia de su existencia, bajo lo que denominamos instinto, condenándolos a un ciclo irreversible consistente en nacer, crecer, reproducirse y morir. Los otros dos reinos, el vegetal y el mineral, están diametralmente separados de nuestra condición que resulta por demás infructuoso buscar una analogía o simetría con ellos a no ser de que estamos constituidos químicamente de mas o menos los mismos elementos.

Pero al hombre pues, como sabemos y, como lo hemos experimentado en carne propia de alguna u otra forma le resulta insatisfactorio el dejarse conducir sin mas por ese ciclo elemental de la vida que mencionábamos para el reino animal. Por eso mismo se entiende aquellas preguntas que han acompañado desde siempre al homo sapiens: ¿Quiénes somos?, ¿Por qué estamos aquí?. Vestigios de estas dos inquietudes las encontramos en la prehistoria expresadas en forma del culto divinizando a los elementos de la naturaleza; son comunes pues en muchas civilizaciones antiguas la adoración al dios sol, luna, agua, tormentas, etc. que en el fondo son exactamente lo que mencionábamos: intentos de respuestas a estas dos inquietudes ancestrales. Sin embargo en evidente que con el desarrollo cientifico y por ende la comprensión de los elementos, procesos y ciclos de la naturaleza tal “panteísmo” a ido siendo reducido a casi la nada aparentemente.


2.-La búsqueda de la Verdad

Pero volviendo un poco al principio de lo que decíamos, el hecho de “ser” es una verdad innegable; una verdad a la que se llega precisamente movido por el imperativo innato que tenemos como humanos de buscar la verdad; si la verdad no nos inquietara y nos llamara la atención, no la buscaríamos. Pero es precisamente esta verdad lo que mas busca incansablemente el hombre; de no serlo así, nos hubiéramos contentado hace miles de años aceptando que somos creados por un olimpo de dioses mitológicos.

Buscamos la verdad incansablemente, ese es nuestro impulso vital, eso nos distingue de los demás animales; buscamos la verdad para poder dominar y transformar a nuestro favor la naturaleza; buscamos la verdad sobre cual era el elemento geométrico que requería menos esfuerzo de nosotros para transportar cosas y así inventamos la rueda y el eje para poder mover todo tipo de artículos, con los cuales construimos fortalezas que nos resguardaran de las inclemencias y de los enemigos. Buscamos la verdad sobre las causas que generaban las enfermedades y así descubrimos que la teoría de la generación espontánea era un error y que solo con asepsia podíamos evitar la proliferación de elementos patógenos (microbios y virus) y así evitamos muchísimas enfermedades. Así podría seguir con infinidad de ejemplos de esta búsqueda de la verdad.

3.-El escepticismo actual en la filosofía y la religión.

Ahora bien, creo que esta mas que demostrado que la búsqueda de la verdad es pues una pasión inherente en el hombre; a esto se le llama sabiduría, o sea amor por la verdad; sin embargo es fácil extraviarnos en esta búsqueda, una mirada a la historia de la filosofía y a las religiones lo demuestran. Menciono a la filosofía y la religión porque son por excelencia las dos grandes vertientes por las cuales hemos buscado la respuesta a esas dos preguntas ancestrales: ¿Quiénes somos?, ¿Qué hacemos aquí? Pero una mirada a la historia de ambas nos deja perplejos, pues hay posturas encontradas dentro de ambas, posturas que han encaminado a millones de personas a las guerras y crímenes más atroces en nombre de defender esa supuesta posesión de la verdad.

Poco después de empezar a leer la historia de estas dos actividades humanas, filosofía y religión, inevitablemente nos preguntamos, ¿a quien creerle?, pues todos en algun grado guardan algo de verdad y sin embargo hay posturas de verdad irreconciliables.

4.-El camino que empieza a proponer la filosofía.

Después de cuatro siglos de lo que los filósofos han llamado la deconstruccion, es decir de destruir todos los mitos, de desligarse de prejuicios en búsqueda de esa tan amada Verdad, de jactarse junto a Nietzsche “Dios ha muerto”, los filósofos se empiezan a dar cuenta que han destruido todo y que ese no era el camino correcto y se interrogan, en esa fiebre casi psicotica por romper con el pasado ¿no habremos roto también algunas cosas que si eran ciertas?. Ante esto se empieza a emplear la necesidad de un “pensamiento ampliado”, que es un volver a aquellas propuestas que se han rechazado no para aceptarlas, sino para ponerse en el lugar de ellas para así comprender su postura, con el fin de enriquecer mas nuestra experiencia.
A la par de esto, Husserl (filosofo de la escuela de Kant) propone no negar lo trascendente, que es una las premisas de las corrientes modernas, pero reconocer su existencia sin moverlo, es decir, aceptar una metafísica mas dejarla allí intacta, pues es imposible comprenderla con la mera razón, por lo tanto no vale la pena esforzarse en ello. Mas vale invertir en lo que alcanza a la razón pura.
Estas dos vertientes de la filosofía, el pensamiento ampliado y lo propuesto por Husserl, mucho me temo que con el tiempo solo traerán desencanto a las nuevas generaciones de filósofos, tal como ha ocurrido siempre, ¿Por qué? Porque se sigue amputando al hombre, se sigue negando una realidad que ha estado siempre allí gritando en pro de su reconocimiento y me refiero a la espiritualidad. El hombre no solo es cuerpo y mente, también es espíritu, pero la filosofía ensoberbecida por lo alcanzado por la mera “razón” ha negado por siglos ese lado espiritual, llamando débil o enajenado a aquel que se decida por explorar esa dimensión humana.

5.-La religión tampoco anda muy bien.

En los últimos siglos, no le ha ido muy bien a las religiones, en especial a la católica que es (¿era?) la dominante en occidente. Pues ha visto recortado su poderío en el mundo secular, es decir se le ha ido confinando a lo meramente espiritual, lo cual lejos de ser una injusticia me parece una necesidad y una gran oportunidad, ¿Cómo una gran oportunidad?, me explico referenciandome a la parábola del hijo prodigo: el hombre ha decidido dejar la Iglesia, a su padre, para gastar su fortuna en el mundo, en lo material, entonces el padre, la Iglesia, sabiendo que tal experiencia del hijo le resultara infructuosa, debería prepararse para recibir al hijo de regreso, que tarde o temprano volverá; es decir, en cuanto allá oportunidad brindarle las respuestas en busca de las cuales se alejo del seno familiar.
Lo triste es que la Iglesia no se prepara para tal regreso, pues los hijos pródigos que regresan cansados del mundo secular, se encuentran a una Iglesia en si mismada, mas preocupada por sostener su verdad, su poderío y resguardar la ortodoxia, que por cumplir con la misión evangelizadora para la cual la creo su fundador, Cristo.
Con tristeza he visto un sinfín de veces que estos hijos pródigos al volver a la Iglesia y en lugar de brindarles es sentimiento de “inclusión” se les confina a una banca de la misa dominical, a las cuales al poco tiempo deja de asistir, pues en algun otro lado encontrara lo que aquí se le ha negado. Por esto, en gran medida, las iglesias cristianas están creciendo exponencialmente, pues cuentan con sistemas de reclutamiento que ha primera vista resultan deslumbrantes y estimuladores; aunque en el fondo muchas veces esto no es mas que mercadotecnia. Mientras tanto, el laicado católico (junto con el clero) esta envejeciendo su promedio de edad.

6.-¿Y entonces que hacer?.

La Sabiduría no es un estado final, no conozco a ningún sabio serio que un buen dia se ponga a decir “soy sabio, lo he logrado”; el verdadero sabio es el que ama la búsqueda eterna, aquel cuya búsqueda misma le provoca un placer insustituible. Aquel que busca sin prejuicios por medio de la razón y la fe; que no encuentra en estas dos vías una contradicción sino una complementariedad indivisible.
El error de la razón es negar a priori la dimensión espiritual, mientras que el error de la dimensión espiritual es tenerle miedo a la razón. Temor a que aquella descubra que las creencias de esta son falsas.
¿Y entonces que hacer?, ¿a quien creerle?, ¿Qué puerto es realmente seguro para atracar nuestra fe y nuestra razón?.
Creo que la clave esta en cada uno de nosotros, pues aquí dentro es donde reside ese impulso por buscar la Verdad de la vida y la Verdad ultima que es Dios.
La solución pues, somos nosotros mismos, mediante una búsqueda constante, una búsqueda sin prejuicios y sin temores; el mismo Jesús dijo: busquen y encontraran. Yo tengo la plena certeza de que cualquiera que busque con esa sinceridad la verdad terminara encontrando a Dios mismo. Y también estoy cierto que solo esa ultima verdad que es Dios, es la única capaz de brindar una autentica libertad al hombre.



Los problemas de aparentar ser moderno


¡No dogmatizar!, es la consigna de la modernidad,
¡No dogmatizar!, a cualquier precio,
Aunque caer en tal exceso sea ya un dogmatismo.
Pero si por azar descubrimos tal contradicción
entonces optemos por el agnosticismo,
el escepticismo y cualquier ismo que nos libere
del peligro de la necesidad de una verdad especulativa,
de una verdad que se llegue por nuestro libre albedrío.
Del retrogrado acto de tener que
asumir aquella sentencia de Pascal:
Hay razones que solo entiende el corazón.

¿Pero porque todo este embrollo?
¿Cómo es que llego el hombre a este punto?
Creo que la cuestion empezó hace unos cinco siglos,
Justo con la llegada de Colon sin saberlo a América,
Con la invención de la maquina de vapor,
El tranvía, mejores telescopio, hasta del microscopio.
En pocas palabras el hombre se dio cuenta
Que había vivido engañado por la religión;
Tan grande decepción fue el descubrirnos
Que nuestro planetita azul poco tenia de singular,
Que nuestra galaxia era mediocre
Y que al día de hoy se han descubierto unos trescientos
Planetas como el nuestro.
Entonces se prometió no volver a confiar en la fe.
Se propuso pues solo creer en lo “científicamente” demostrable.
Así empezó esta batalla medio loca
Contra lo que hay dentro del mismo humano,
El Espíritu.

¡Dios es un mentiroso!,
no era verdad que estaba allá en el cielo.
Palabras mas, palabras menos eso dijo
Neil Armstrong, el primer hombre en la luna.
¡Y sin embargo se mueven! Dicen que dijo,
y en realidad nunca lo dijo, el tal Galileo
en su lecho de muerte y aunque tenia razón.
Ante tanto error y desazón decidimos enterrar
A Dios en el pasado.
Pero, y aquí viene el pero,
El hecho es que el hombre como tal,
Es decir: cuerpo, mente y espíritu, se desequilibro.
Se volvió neurótico, estresado y un
Comprador compulsivo.
Empezó a usar la marihuana
Y cuando se canso de la insatisfacción del humo,
Se invento la cocaína,
Después las metaenfetaminas
Y sabe que tantas cosas más.
Empezó a hacer uso explicito del suicidio
Como pandemia para calmar el dolor.
Legalizo el aborto como medio de planificación
Familiar,
Legalizo el matrimonio entre personas del mismo sexo
Para demostrarle a Dios que era un mito superado
Eso de que el amor solo se daba entre
Hombres y mujeres.
¡que carajo faltaba mas, faltaba menos!.

¿Y al final como venimos quedando?
Modernizados por fuera y jodidos por dentro.
La técnica y la ciencia no nos alcanzo
Para inventar un control automático
En nuestras emociones.

Entonces, como decía, el hombre se volvió tristón,
Y ya ni voltea
Al cielo a ver el espectáculo nocturno
De las estrellas, las malditas luces
De la ciudad nos lo impiden,
Ese espectáculo que por milenios fascino
A nuestros ancestros,
Los cuales con solo estar viendo
Determinaron los ciclos de varios planetas
Y uno que otro cometa,
Hoy a lo sumo podremos ver algun avión
Que trae otros neuroticos iguales o peor que yo.

Entonces mejor nos metemos a nuestra habitación,
Prendemos el televisor, mas entre anuncio
Y anuncio esa vocecita que nunca
Ha podido callar, nos grita:
Cabron, esto no puede serlo todo.
En cuyo caso creemos que la voz de la conciencia
Hace mención explicita a una cerveza y vamos al
Refrigerador por tal cosa.
Regresamos al sillón y la voz vuelve con lo mismo:
Cabron, esto no puede serlo todo.
Entonces pedimos una pizza por teléfono.
Pero la voz sigue y sigue.
Y vamos al medico que nos receta un relajante muscular,
Luego al psicólogo que nos prescribe un somnífero.
Luego al Tarot que nos prohíbe salir de casa los días
En que estén alineados saturno y plutón,
¿Sabrá el Tarot que plutón ya no es planeta?
Más tarde al feng shui que ordena alinear la sala con el refrigerador,
la meditación trascendental que nos envuelve en silogismos,
el yoga que nos hace meditar en la nada y el todo,
como si tales conceptos fueran accesibles a la mente.
Luego pasamos a la mota, el alcohol,
El sexo, algun club social.
Pero cuando llegamos a casa allí sigue la voz.

¿Será posible que sea tan estupido el hombre?.
Me temo que si.
Me temo que ver a la mosca tratando de traspasar
El cristal, no es mas que una metáfora
De nuestra moderna racionalidad.

Una anecdota de Artur Rubinstein


Rubinstein fue famoso por ser considerado el mejor interprete de Chopin; el mismo relata en una de sus ultimas entrevistas que un buen día en la década de los 60’s se encontraba en casa junto a una amiga cantante de opera, ella le pregunto ¿Cómo crees que tocaba el piano Chopin?, sin decir nada, el se sentó al piano guiado por un impulso que jamás volvió a experimentar, cerro los ojos y comenzó a tocar una pieza que era de las consentidas del famoso compositor.
Las notas fueron saliendo una a una de tal forma que el mismo quedo maravillado por el sonido alcanzado; así prosiguió la pieza hasta el final. Al terminar abrió de nuevo los ojos y se percato que la amiga seguía allí absorta por lo que había escuchado. Tras un largo silencio ninguno de los dos sabia que decir pues entendían que había ocurrido algo sobre natural en aquel instante.
Al poco rato Rubinstein cerrando el piano solo dijo: así tocaba Chopin. Después nunca más fue retomado aquel suceso entre los dos amigos.