
Para los que nacimos a la fe en el Movimiento de Renovación Carismático Católico (MRCC), duele ver como pareciera extinguirse ese fuego con que el Espíritu Santo bendijo hace poco tiempo a este movimiento.
Negar la realidad o no darle la importancia requerida suelen ser dos trampas comunes para los humanos, y las cuestiones de la Iglesia no escapan a estas trampas, así que no faltara quien diga que aquí no pasa nada y aun otros dirán que es algo pasajero, que todo Movimiento de Iglesia pasa por altibajos.
Sin embargo, se requiere valor y discernimiento para tomar el asunto en serio, con las debidas consideraciones, a partir de allí es imposible negar que algo ande mal.
Tras un crecimiento exponencial que se experimento en el número de miembros adherentes al MRCC, el proceso se ha empezado a invertir, siendo ahora la deserción la constante en sus filas, los argumentos ante este fenómeno llevan como germen y constante el desaliento. El desaliento que es precisamente lo que menos debiera ocurrir en un movimiento de corte pentecostal como lo es este.
A grandes rasgos creo que los detonantes de esta crisis se pueden dividir en dos grandes rubros que a continuación tratare de exponer:
Los externos, estos son debidos principalmente a la incomprensión del clero que es asignado a la coordinación de los grupos parroquiales y diocesanos. Es decir, muchas veces son asignados sacerdotes que, por decir lo menos, son renuentes al tipo de manifestaciones de la fe que se dan al interior de la Renovación.
En una Iglesia jerárquica, donde la cabeza es impuesta y además no comprende, ni comulga con el Movimiento, es inevitable inferir que no existirá una correcta cabeza del Movimiento, por tanto, la ruptura se vuelve inminente y evidente. El sacerdote acude muchas veces pues, por compromiso y no entiende a los laicos que han tenido una experiencia del Espíritu Santo al modo de Pentecostés, por lo cual, para el en su fuero interno los laicos renovados solo son una turba de escandalosos, victimas de la psicosis colectiva, levanta manos, aleluyas, etc.
El resiente Sínodo Diocesano, es una prueba mas de este mirar receloso que guarda la mayoría del clero y de los laicos de los movimientos externos, pues se prohibió la oración con imposición de manos por parte del laico, acto central en el MRRC, por considerar la imposición de manos un signo reservado para el clero; aunque en el fondo, reservarse los signos, es un signo de la crisis en que esta la Iglesia: atrapada en formas, signos y ritos.
Ahora los detonantes internos. Partamos de un hecho real, la carga emotiva del MRRC es muy fuerte…llantos, cantos, bailes, hablar en lenguas extrañas, el caer en estado de éxtasis de las personas, suele impactar a los neófitos, creyendo pronto que esa es la esencia del cristianismo mismo y quedando su fe condicionada a establecer que ese el alfa y omega de la fe cristiana.
Es decir, muchas veces la gente se queda en el sensacionalismo y sentimentalismos puros de la Renovación, los cuales no es que no sean validos pero quedarse en ello implica a caer en la trampa que estuvieron a punto de caer los apóstoles cuando le propusieron a Jesús construir unas chozas para quedarse ellos solos en el monte alto.
El laico de hoy, tiene el deber intrínseco de no renunciar a decir y hacer lo que le dicta su conciencia. Tiene así mismo, el derecho de expresar su fe como le inspire el Espíritu.
Por extraño y paradójico que parezca el catolicismo adolece a su interior de una cultura profunda de la tolerancia; pues en el fondo cada quien quiere imponer su visión y comprensión de lo que es la Iglesia, así algun cursillista quisiera que todo fuera como cursillos, una legionaria que todo fuera como la Legión de Maria, los renovados que todo sea como Renovación, un sacerdote que todo girara en torno a la sacramentaria, sin embargo, el catolicismo como el propio nombre lo indica debiera ser incluyente, universal, capaz pues de integrar a todos en torno al nombre de Jesús. Y se podrá decir que así sucede, que aquí no pasa nada, pero allí esta la realidad innegable.
Pero y, ¿Cuál es el futuro del MRRC?, sin querer apostarle al profeta, el escenario natural de seguir la situación como hasta ahora es que dentro de unos años la Renovación se vuelva un movimiento aletargado, reducido a unos cuantos, que ya no contaran con la referencia de lo que fue y por ende se conformara con sobrevivir a la deriva como hay tanto grupos de laicos hoy. Y no menciono nombres para no herir susceptibilidades.
¿Soluciones?, confieso que en cuestiones de humanos, solo creo en soluciones difíciles y que provienen del designio y auxilio divino; en este caso, la solución es la toma de conciencia individual de los renovados (sacerdotes y laicos), para tener el valor y arrojo de ir como lo pidió Jesús, a todo el mundo, empezando por nuestra propia Iglesia, es decir, convencer de que no somos un grupúsculo de psicópatas y escandalosos de taberna redimidos.
Y como dice la vieja canción de Bob Dylan…la respuesta esta en el viento y se sabrá con el tiempo.
Alcides.