
1
La oración del ateo
Oye mi ruego Tú,
Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca
dejas sin consuelo de engaño.
No resistes a nuestro ruego
y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios!
Eres tan grandeque no eres sino Idea;
es muy angostala realidad
por mucho que se expandepara abarcarte.
Sufro yo a tu costa,
Dios no existente,
pues si Tú existieras existiría yo también de veras.
2
Mi Dios hereje
Aunque ellos me maldigan
qué me importa si me bendices Tú,
mi Dios hereje;tu santa diestra mi destino teje
y Tú me enseñas que la vida es corta
y muy larga la muerte.
Me conforta Tu silencio mandándome
no cejeque lanzar a este viento
que nos mece
mi voz que a inquietarse les exhorta.
Mientras de mí, Señor,
Tú no recabes
que aquel nuestro secreto
al fin divulgue yo de ellos no me quejo,
ya lo sabes, y encuentro natural se me excomulgue;
muy justo es que la Iglesia con las llaves
del Pescador rascándose se espulgue.