domingo, 1 de febrero de 2009

¿Qué es pensar?



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Hace unos días me toco viajar junto a un par de japoneses y, durante el viaje, ellos entablaron entre si una charla muy amena, pues reían asiduamente; obviamente tales motivos de risa resultaban para mi totalmente incomprensibles; sin embargo esta situación, que estoy seguro todos hemos vivido alguna vez, me llevo a reflexionar sobre que eran esos sonidos ininteligibles para mi, pero que sin embargo para ellos resultaban toda una serie de ideas graciosas.
Obviamente lo primero que había entre ellos era una comunicación plena, es decir, un emisor y un receptor, elemento básico para todo tipo de comunicación; pero mas en el fondo había una serie de ideas, es decir, pensamientos, pero ¿qué es pensar?.
Esencialmente puede ser entendido como el acto de tratar de entender el entorno que nos rodea; entenderlo para adaptarnos a el, o bien, entenderlo para poder modificarlo a nuestro beneficio.
Esta capacidad de pensar es la que nos distingue del resto de los seres vivos y es al mismo tiempo, el arma con el cual nos doto la naturaleza para luchar por la subsistencia.

Como hemos visto en el caso de los dos acompañantes japoneses, el lenguaje, es un elemento primordial para el desarrollo de las ideas, es decir, para lograr su evolución a partir de racionamientos más elementales. En si, el lenguaje es solo una convención de sonidos y signos que con el auxilio de la memoria, hacen mas fácil la comunicación de tales ideas y por ende su progreso en cuanto se ve enriquecida por las aportaciones de otras personas.
Si bien sin lenguaje si son posibles las ideas, para muestra de ello recordemos simplemente algunas acciones de los niños, sin embargo sin este, solo son ideas elementales. Y que parecen más un acto instintivo que un acto racional. Por ello el desarrollo de la capacidad intelectual va ineludiblemente conectado con la capacidad de aprender un lenguaje.
Ahora bien, ¿Cómo llevamos acabo el acto de pensar?, dentro de lo complejo que este proceso, me gustaría hacer mención de los siguientes aspectos:

El principio lógico.

Con la frase el principio lógico, lo que quiero inferir es que, nuestras ideas parten de ideas más simples, por ejemplo: el aprendizaje de las ecuaciones diferenciales, parte del aprendizaje del cálculo diferencial e integral y a su vez de la geometría analítica, que a su vez proviene del álgebra y así hasta lo más elemental que podría resultar la aritmética. Esto seria desde una visión retrospectiva del aprendizaje, sin embargo, estas bases nos sirven esencialmente para ir hacia el frente, pues por ejemplo, las ecuaciones diferenciales se encuentran actualmente en el análisis de los fractales, ¿Qué descubriremos mañana?, ¿Qué seguirá de los fractales?.

Sin embargo, en la practica diaria, es decir, en nuestra actividad intelectual cotidiana este principio lógico suele encontrarse muy oculto en nosotros, tanto que resulta imposible o en el mejor de los casos sumamente difícil establecer su origen; pues inclusive tendemos una serie de barreras donde la mayoría nos autoprohibidos entrar, pues consideramos estas áreas de nuestro pensamiento como algo que debe permanecer inmaculado y que el simple intento de indagar sobre ellos acaba con la virtud de su contenido, estos espacios vírgenes se dan dentro del campo de los llamados paradigmas. Al respecto de hurgar en estos paradigmas, creo que fue el filosofo Arthur Schopenhauer el que escribió alguna vez que el acto de pensar, era el acto que mas temía el hombre, pues en el fondo sabia que al hacerlo descubriría que la inmensa mayoría de sus pensamientos y creencias no tenían un sustento racional.

Este problema de no cuestionarse tiene hoy mas que nunca un gran hauje debido a que al menos la sociedad occidental tiende a etiquetarse como secular y laica; por tanto requiere resguardar todo su contenido bajo lo “racional”, sin embargo, como hemos venido diciendo en el párrafo anterior , lo “racional” no es sino un concepto limitado, ya que resulta mas que evidente que el conocimiento pleno de las cosas y sus respectivas causas esta cada día mas lejano, esto lo demuestra el avance exponencial de las ciencias; es decir, mientras mas cosas nuevas se saben, mas cosas se descubren que se desconocen. O como lo hemos planteado hace un momento: a raíz de las ecuaciones diferenciales hemos descubierto los fractales, pero ¿Qué seguirá?.

El principio lógico de nuestras ideas no solo se da en el campo científico, sino en todos los campos del pensamiento, sobre todo en el aspecto moral, es decir, nuestros juicios morales, parten de lo que aprendimos desde la más temprana edad. Obviamente, el pensamiento moral no puede ser enseñado o aprendido en su totalidad a partir de un sistema estructurado, como puede llegar a ser la educación adquirida en las escuelas, sino que gran parte de ella se da por imitación de los patrones de conducta de las personas que nos rodean: padres, familiares, amigos, etc. o lo que en psicología se ha dado a llamar “súper-yo”. Con ello no queremos inferir un determinismo, pues esta bien documentado que algunos de los peores asesinos en serie provienen de familias estables; y por el contrario de familias disfuncionales han surgido grandes líderes morales.

El libre albedrío.

El libre albedrío, es la decisión final de nuestra conciencia sobre algún tema especifico; ahora bien, este juicio no es otra cosa que un pensamiento particular, generalmente del orden moral, o al menos, es en este orden moral es donde podemos percibir mas fácilmente su existencia, pues es allí donde nos resulta mas complicado establecer que es lo correcto. Esto es lo que en pedagogía y psicología se le llama “principio de realidad”
Todos hemos experimentado durante el devenir de nuestra vida un encuentro con este tipo de decisiones, cuando nos enfrentamos a la encrucijada de tomar una postura personal respecto de algún punto que resulta álgido; pues es a lo que suele llamarse la batalla de la conciencia, ya que una parte de nosotros dice si, mientras la otra dice no.
Creo que esta es la parte más profunda de nuestros pensamientos y de donde brotan las decisiones que marcan el rumbo particular de nuestras vidas; por tanto, debiera ser un área a la cual le prestásemos marcado interés, pero por paradójico que resulte suele ser el área que menos nos interesa y más desconocida nos es.
Una prefiguración de esta batalla de la conciencia la podemos ver en el relato bíblico del Génesis, donde Adán y Eva llevan a cabo una disertación sobre comer o no del fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal. Pues en realidad estos dos personajes -casi mitológicos- somos nosotros mismos, y no me refiero con ello a la cuestión de genero, sino mas bien a que todos tenemos una voz que dice “si comer” y otra “no comer”.

La pregunta más importante

Ahora bien, una vez que hemos hablado un poquito del principio lógico y el libre albedrío, y por tanto hemos empezado a esbozar que resulta complicado establecer juicios correctos la pregunta que surge es obviamente la siguiente, ¿cómo establecer tales juicios ( o pensamientos) correctos?. La pregunta se torna difícil sobre todo en nuestro tiempo actual, pues se pueden distinguir dos grandes tendencias que más que ayudarnos suelen hacernos desviar del estrecho sendero de la verdad:

La razón pura: Nuestro tiempo puede ser llamado con justicia como la era de la razón, pues el culto a la actividad intelectual a tomado niveles de autentico fundamentalismo, es decir, todo lo hemos puesto en tela de juicio, en post de una supuesta era del fin de los mitos -hasta nuestras propias dudas- y al final hemos quedado mas enredados que al principio o para decirlo en un lenguaje mas (seudo) filosófico, caemos en la nausea existencial; que no es otra cosa que descubrir nuestra pequeñez intelectual y a pesar de ello seguir enfrascados en descifrar toda la verdad con la mera razón individual.

La inercia: Hoy mas que nunca se encuentran a nuestra alcance un universo de conocimientos, sin embargo a pesar de ello, también hoy mas que nunca nos hemos vuelto intelectualmente sedentarios, pues nos conformamos con saber que esa información que a las generaciones pasadas les ha costado siglos y siglos de esfuerzo intelectual se encuentra a nuestro alcance en el disco duro de nuestra computadora, en la biblioteca o en el Internet.; pero no vamos mas allá, nos conformamos pues, con un cierto enciclopedismo consistente en tener una vaga idea biográfica de los grandes pensadores que ha dado la humanidad. Un ejercicio demostratorio seria preguntar a un estudiante medio de nivel bachillerato quien fue H.W. Hegel, nos respondería que fue el “inventor” de la dialéctica.

El síntoma mas claro de esta pandemia actual es que mucha gente transcurre su vida sin siquiera vislumbrar, necesitar o desear que exista algo mas que un poco diversión fuera de su circulo vital, es decir, se conforman con nacer, crecer, reproducirse y morir, siempre y cuando existan algunos momentos de diversión entre estos cuatro puntos cardinales de la vida meramente biológica.

En gran medida estas dos desviaciones se deben a un mal uso del avance de la ciencia y la tecnología, pues de ambas asumimos que su objetivo primordial es brindarnos confort, longevidad, diversión, etc. por lo que vamos de un sedentarismo a un pasivismo no solo físico, sino intelectual, interpersonal y hasta espiritual.

Pero volvamos a la pregunta inicial, cuya respuesta es -como todas las respuestas importantes- un proceso de vida, es decir, un esfuerzo continuo por mejorar primero que nada nuestro principio lógico y por esclarecer los impulsos de nuestro libre albedrío.

Mas dejar todo a la razón seria caer en el error que denunciábamos un poco mas arriba, por tanto es imperativo desarrollar otras dos principalísimas actividades que se desprenden de nuestra actividad cerebral pero que tienen que ver mas con lo que solemos llamar el corazón o el alma, me refiero primero a la creatividad artística y por otro a la expresionalidad religiosa. Negarle la voz a estas dos vertientes de nuestro ser, es mutilar gravemente nuestra esencia.
Como modo de conclusión cito aquí el poema “Tu Filosofa…” de Amado Nervo, que indudablemente expresa mejor esto ultimo que aquí he tratado de decir:

Tú filosofa, mientras yo sueño,
Cerebro mío…Filosofa mientras.
Yo, con mi adoración, donde no entras
Entrare: más que tuyo es fiel mi empeño.

Con el farol de tu filosofía
No hallaras nunca a Dios, ¡oh mente esclava!,
Sino con el amor: ¡ quien más le amaba
-San Francisco de Asís-mas le veis!.

Cinco mil años hace, por lo menos,
Que los doctos, metafisiqueando,
La explicación del ser anda buscando:
¡magines vacuos, de palabras llenos!

Y mientras van, cómicamente serios,
Devanando su enredo silogístico,
Un éxtasis le basta a cualquier místico
Para sondear los más altos misterios.

El filosofo de hoy, inconsecuente,
Rie de los de ayer: ¡el solo sabe!
Y dentro de muy poco, en cuanto acabe
El divagar inútil de su mente.

Otro reirá también de sus premisas
Y de sus conclusiones; y así estamos
Perdiendo el oro del vivir, y vamos
De las risas de ayer a nuevas risas.

Mientras que el “despreciable” iluminado
No pierde el tiempo en discutir, ni duda:
¡Ve cara a cara la Verdad desnuda,
y se funde con Dios porque le ha hallado!.