sábado, 21 de junio de 2008

Critica a la critica acritica.

Cuantas veces ha caído en mis manos una critica positiva sobre una obra artística o una reseña sobre una obra especifica, siempre me han parecido cosas sosas, como si estuvieran de más y, es entendible a mí ver este sentimiento, porque adular lo bello resulta redundante. Además, tratar de explicar el arte resulta obtuso, pues la función del arte es incitar a la experiencia estética, la cual, es de carácter individual en el espectador, por tanto irrepetible.
Claro esta que si creo en la necesidad de conocer al artista, conocer los impulsos que lo llevaron a hacer tal o cual obra, esa historia detrás de la obra misma es parte integral de ella. Existen sin fin de estas historias detrás de las obras que nos dan un entendimiento y una mejor inducción a la experiencia estética. El autorretrato de VanGogh quizás no fuera tan famoso sino viniera con la oreja cortada con la que pago los servicios de una meretriz; Fur Eloise de Beethoven quizás no fuera tan conocida sino supiéramos que fue compuesta para el gran amor imposible de este genio del romanticismo musical. Inclusive, creo que fue Fran Liszt el que introdujo a la música los trípticos previos a sus conciertos donde explicaba las motivaciones de aquello que estaban a punto de escuchar para así lograr una comprensión más plena.
En contra parte, creo firmemente en la critica negativa en el arte, ¿Por qué?, ¿sadismo?, no, simplemente porque hay muchas cosas, por no decir obras, porque ni merecen ese apelativo que realmente son mas una ofensa al espectador y un prueba fehaciente de la falta de talento del seudo artista. Eso es palpable hoy mas que nunca en el arte moderno, donde cualquiera con una brocha se hace llamar pintor (se me viene a la mente Frida Khalo, ¡ y que se desgajen las vestiduras los fariseos de la moda!), cualquier hijo de millonario se puede pagar la tecnología para grabar un disco, sin siquiera saber cuantas notas hay en la escala musical. Todos esos fraudes si merecen ser denunciados por medio de la critica.

Alcides
Relativismo Moral

Cuando Ratzinger era cardenal en algún articulo disparo la siguiente frase: si todo es relativo, el Catolicismo no tiene sentido. Por esta postura ha sido criticado como enemigo de la modernidad, donde la moda es el relativismo moral; es decir, donde no hay una verdad absoluta, sino cada quien dispone de su pequeña verdad para vivir como guste, plazca y satisfaga. Aunque me parece que una verdad asumida bajo esos tres principios mas se parece a un hedonismo o a un egoísmo que a una Verdad plena.
En lo personal no me disgusta el relativismo, su base es sólida, una base que dice que la Verdad absoluta es muy grande, no cabe en un solo ser humano, por ello cada quien vislumbra al menos alguna arista de ese gran objeto llamado pues “Verdad”; sin embargo tal relativismo moral padece de un gran defecto: si bien esta conciente de que la Verdad existe, le tiene miedo, pues la acepta, pero no se anima a asumirla; y lo que es peor, nada dice esa moral sobre el error que inevitablemente existe y que así mismo todos contenemos en cierta medida.
Existe la Verdad, pero cohabita tan estrechamente con la Mentira que resulta pues difícil esclarecerse cual es cual, quizás porque la Mentira tiene la gran cualidad de mimetizarse con la Verdad, mimetismo entre Mentira y Verdad que la modernidad lleva a cabo inconscientemente en aras de una convivencia fraterna o de una democratización de todos los aspectos de la vida humana. Aunque una democratización irracional o sin moral llevaría a la anarquía.
Hace unos meses, el buen amigo fray Nelson Medina escribía sobre la primera palabra tabú del siglo XXI, “diferencia”, y yo agregaba como segunda palabra tabú “dolor”; en gran medida creo que el relativismo moral es una forma de tratar de escapar de esas dos palabras. Sin embargo escapar no es la solución ante una realidad que esta allí latente en todos nosotros. Nuestras diferencias y nuestro dolor hacen mella en cada uno a cada instante, querer negar o cerrar los ojos ante esta parte importante de la vida es un auto engaño que solo lleva a hacer mas grande el error.
A final de cuentas, el relativismo moral irreflexivo, aquel que no asume que la mentira existe, que no asume que hay diferencias, que no asume que el dolor es inherente e inevitable a la condición humana, en pocas palabras: que le tiene miedo a la Verdad plena y asumida se parece al avestruz que mete la cabeza en el suelo para desentenderse del peligro. Y parece que ese pozo se llama placer.
Alcides

lunes, 16 de junio de 2008

Mudarse

Hay una hora y quizás sea esta,
en que el reloj del corazón.
Marca el punto exacto de partir,
más no la escucha la razón.

Seres efímeros, frágiles, dañinos.
Queriendo ser eternos,
pretendiendo ser dioses
por ello estamos enfermos

¡Si!, es la hora de largarse de todo,
tomar el bus, el metro, la muerte,
el adiós, cualquier medio
para empezar una nueva suerte.

Solo los cobardes - los incautos- se quedan
sin embargo son tantos estos
que pareciera la humanidad en la era de Adán
estar estancada y sin progreso.

Impulso vital es pues el partir,
impulso vital es pues echar raíz,
entre esas dos paredes ocurre nuestro destino,
de estas dos uvas ha hecho la vida su vino.

Quisiera escribir tu nombre,
como acto sublime de amor,
quisiera quemar tu recuerdo en un sobre
como acto terrible de dolor.

Mudarse, mudarse y mudarse
¿no es al final una constante?.
¿no es una forma de afianzarse en algo?
aunque sea roca lo cambiante.

Alcides