Relativismo Moral
Cuando Ratzinger era cardenal en algún articulo disparo la siguiente frase: si todo es relativo, el Catolicismo no tiene sentido. Por esta postura ha sido criticado como enemigo de la modernidad, donde la moda es el relativismo moral; es decir, donde no hay una verdad absoluta, sino cada quien dispone de su pequeña verdad para vivir como guste, plazca y satisfaga. Aunque me parece que una verdad asumida bajo esos tres principios mas se parece a un hedonismo o a un egoísmo que a una Verdad plena.
En lo personal no me disgusta el relativismo, su base es sólida, una base que dice que la Verdad absoluta es muy grande, no cabe en un solo ser humano, por ello cada quien vislumbra al menos alguna arista de ese gran objeto llamado pues “Verdad”; sin embargo tal relativismo moral padece de un gran defecto: si bien esta conciente de que la Verdad existe, le tiene miedo, pues la acepta, pero no se anima a asumirla; y lo que es peor, nada dice esa moral sobre el error que inevitablemente existe y que así mismo todos contenemos en cierta medida.
Existe la Verdad, pero cohabita tan estrechamente con la Mentira que resulta pues difícil esclarecerse cual es cual, quizás porque la Mentira tiene la gran cualidad de mimetizarse con la Verdad, mimetismo entre Mentira y Verdad que la modernidad lleva a cabo inconscientemente en aras de una convivencia fraterna o de una democratización de todos los aspectos de la vida humana. Aunque una democratización irracional o sin moral llevaría a la anarquía.
Hace unos meses, el buen amigo fray Nelson Medina escribía sobre la primera palabra tabú del siglo XXI, “diferencia”, y yo agregaba como segunda palabra tabú “dolor”; en gran medida creo que el relativismo moral es una forma de tratar de escapar de esas dos palabras. Sin embargo escapar no es la solución ante una realidad que esta allí latente en todos nosotros. Nuestras diferencias y nuestro dolor hacen mella en cada uno a cada instante, querer negar o cerrar los ojos ante esta parte importante de la vida es un auto engaño que solo lleva a hacer mas grande el error.
A final de cuentas, el relativismo moral irreflexivo, aquel que no asume que la mentira existe, que no asume que hay diferencias, que no asume que el dolor es inherente e inevitable a la condición humana, en pocas palabras: que le tiene miedo a la Verdad plena y asumida se parece al avestruz que mete la cabeza en el suelo para desentenderse del peligro. Y parece que ese pozo se llama placer.
Alcides
Cuando Ratzinger era cardenal en algún articulo disparo la siguiente frase: si todo es relativo, el Catolicismo no tiene sentido. Por esta postura ha sido criticado como enemigo de la modernidad, donde la moda es el relativismo moral; es decir, donde no hay una verdad absoluta, sino cada quien dispone de su pequeña verdad para vivir como guste, plazca y satisfaga. Aunque me parece que una verdad asumida bajo esos tres principios mas se parece a un hedonismo o a un egoísmo que a una Verdad plena.
En lo personal no me disgusta el relativismo, su base es sólida, una base que dice que la Verdad absoluta es muy grande, no cabe en un solo ser humano, por ello cada quien vislumbra al menos alguna arista de ese gran objeto llamado pues “Verdad”; sin embargo tal relativismo moral padece de un gran defecto: si bien esta conciente de que la Verdad existe, le tiene miedo, pues la acepta, pero no se anima a asumirla; y lo que es peor, nada dice esa moral sobre el error que inevitablemente existe y que así mismo todos contenemos en cierta medida.
Existe la Verdad, pero cohabita tan estrechamente con la Mentira que resulta pues difícil esclarecerse cual es cual, quizás porque la Mentira tiene la gran cualidad de mimetizarse con la Verdad, mimetismo entre Mentira y Verdad que la modernidad lleva a cabo inconscientemente en aras de una convivencia fraterna o de una democratización de todos los aspectos de la vida humana. Aunque una democratización irracional o sin moral llevaría a la anarquía.
Hace unos meses, el buen amigo fray Nelson Medina escribía sobre la primera palabra tabú del siglo XXI, “diferencia”, y yo agregaba como segunda palabra tabú “dolor”; en gran medida creo que el relativismo moral es una forma de tratar de escapar de esas dos palabras. Sin embargo escapar no es la solución ante una realidad que esta allí latente en todos nosotros. Nuestras diferencias y nuestro dolor hacen mella en cada uno a cada instante, querer negar o cerrar los ojos ante esta parte importante de la vida es un auto engaño que solo lleva a hacer mas grande el error.
A final de cuentas, el relativismo moral irreflexivo, aquel que no asume que la mentira existe, que no asume que hay diferencias, que no asume que el dolor es inherente e inevitable a la condición humana, en pocas palabras: que le tiene miedo a la Verdad plena y asumida se parece al avestruz que mete la cabeza en el suelo para desentenderse del peligro. Y parece que ese pozo se llama placer.
Alcides
No hay comentarios:
Publicar un comentario