
Somos lo que escuchamos, es decir, la música que nos gusta refleja mucho de lo que hay dentro de nosotros. No se le puede pedir peras al olmo, así tampoco se puede esperar mucho de una persona que escucha solo un tipo de música de ínfima calidad artística.
Somos lo que escuchamos y en esos límites nos movemos, o sea, la gama de música que oímos es también un reflejo de nuestra tolerancia, de nuestra capacidad de abrirnos a nuevas opciones y visiones.
Schopenhauer, el filosofo, fue el que dijo que la música es la expresión artística por excelencia, es decir, la que mas fácilmente nos induce a la experiencia artística, al éxtasis; la música es la que mas fácilmente nos puede decir algo, pues entra sola al oído, se nos va al cerebro, al subconsciente y nos empieza a despertar, a seducir, a decirnos cosas que creíamos dormidas, olvidadas, perdidas. Por eso todos escuchamos música, la diferencia esta en lo que escuchamos. Lo mas fácil es buscar el ritmo, es lo pegajoso, no importa mucho lo que diga, el ritmo por si mismo nos hipnotiza, nos hace maquinitas bailadoras, nos llena de alegría, alegría fácil y contagiosa, alegría que no es mala, pero quedarse para siempre estacionado allí es lo que empobrece, lo que cuarta la posibilidad de encontrar, buscar, descubrir y hasta de inventar otras cosas.
Alcides
Somos lo que escuchamos y en esos límites nos movemos, o sea, la gama de música que oímos es también un reflejo de nuestra tolerancia, de nuestra capacidad de abrirnos a nuevas opciones y visiones.
Schopenhauer, el filosofo, fue el que dijo que la música es la expresión artística por excelencia, es decir, la que mas fácilmente nos induce a la experiencia artística, al éxtasis; la música es la que mas fácilmente nos puede decir algo, pues entra sola al oído, se nos va al cerebro, al subconsciente y nos empieza a despertar, a seducir, a decirnos cosas que creíamos dormidas, olvidadas, perdidas. Por eso todos escuchamos música, la diferencia esta en lo que escuchamos. Lo mas fácil es buscar el ritmo, es lo pegajoso, no importa mucho lo que diga, el ritmo por si mismo nos hipnotiza, nos hace maquinitas bailadoras, nos llena de alegría, alegría fácil y contagiosa, alegría que no es mala, pero quedarse para siempre estacionado allí es lo que empobrece, lo que cuarta la posibilidad de encontrar, buscar, descubrir y hasta de inventar otras cosas.
Alcides