sábado, 3 de noviembre de 2007

Copiando a Beethoven


La joven Anna Holtz, que tiene apenas 23 años de edad, es una aspirante a compositora con pocos medios que intenta encontrar inspiración y prosperar en la capital mundial de la música, Viena. Anna, que estudia en el conservatorio de música, consigue una recomendación para trabajar en una reconocida editorial, y, tras una serie de acontecimientos inesperados, se las ingenia para conseguir una oportunidad de trabajar junto al mayor y más voluble artista vivo: Ludwig van Beethoven. Cuando, improvisadamente, el escéptico Beethoven la pone a prueba, Anna demuestra sus dotes y su especial valía para la música. El maestro decide aceptarla como copista, lo que da comienzo a una extraordinaria relación que cambiará la vida de ambos.

Estas son algunas incongruencias historias de la película:

1.-Beethoven murió completamente sordo, por tanto los diálogos que se dan el día de su muerte son imposibles.

2.-Si la transcripción de la novena sinfonía estuvo lista un día antes de su estreno, es imposible que el montaje de esta obra por parte de la orquesta sinfónica estuviera lista para el día siguiente, pues esta obra en particular es sumamente extensa (algo asi como 80 minutos) e innovadora sobre todo por ser la primera que utiliza una parte coral.

3.-Hasta donde se, Beethoven no dirigió el estreno de esta novena sinfonía, sino que estuvo entre el publico.

4.-Además, en dado caso que si la dirigiera, era por demás inútil que la protagonista se escondiera entre los músicos para indicarle a Beethoven la mímica a realizar; pues hasta el que tiene un mínimo de conocimiento en este genero musical sabe que el verdadero trabajo del director de la orquesta es totalmente previo y que los aspavientos que realiza durante la ejecución poco influyen realmente en los músicos.

Alcides

¿Dónde esta Dios?



¿Dónde esta Dios?, hoy mas que nunca esta parece una pregunta sumamente difícil de responder, inclusive para las religiones de un fuerte arraigo como el catolicismo.
En antaño se nos podía decir “esta allá en el cielo” y nos señalaban hacia el infinito; sin embargo, el hombre con el avance de la ciencia pudo ver mas allá de las estrellas y no encontró a Dios.
Entonces se nos dijo, esta en la religión, pero las religiones o mas bien aquellos que ostentan una supuesta autoridad sagrada se han encargado de demostrarnos que Dios no esta con ellos, su cerrazón, su pecado, su soberbia son claras muestras de que no esta con ellos.
Mas recientemente se nos ha dicho “Dios esta en todas partes”, por tanto no necesitas una religión, ni una religiosidad, solo necesitas fundirte con el todo; cosa que con franqueza aun no he entendido, quizás por falta de alguna iniciación mística requerida para lograr tal “fundición” o porque (y me inclino mas a pensar esto) en realidad tampoco esa respuesta es la respuesta que necesitamos.
Otro intento de solución es esta: Dios esta dentro de cada uno de nosotros; sin embargo, cualquiera que haga un ejercicio sincero de introspección no puede encontrar a Dios en tal o cual sitio de el mismo, es decir, ni debajo de un hueso, ni detrás de un músculo tiene este ser desconocido una buhardilla en la cual toma café mientras mira por la ventana como gastamos la vida buscándolo. Se me dirá, con justa razón, que eso de habitar en nosotros se refiere a una cuestión espiritual, lo cual de facto es una respuesta aun mas ambigua, pues ¿Qué es el espíritu?, y aun mas, ¿Dónde esta el espíritu?. Si el espíritu es el que se une a Dios y no sabemos donde esta Dios, luego entonces ya no tenemos a un extraviado sino a dos, o sea a Dios y a nuestro espíritu.
Como verán, esto se va haciendo un lió, en lugar de vislumbrarse una salida. quiere decir que es momento de regresar al punto de partida pues si nos extraviamos en nuestros razonamientos, lo único seguro es el principio, ¿y cual es nuestro principio?, pues precisamente la pregunta ¿Dónde esta Dios?. Para mi allí esta el motivo por el cual no encontramos la solución, pues la pregunta esta mal planteada, ya que “donde esta” va dirigida o bien a los demás o a nosotros mismos, pero no al principal implicado en esta cuestión: Dios mismo. Entonces para mi la pregunta debe ser: ¿Dónde estas Dios?. Así en ese tono personal y directo. Solo así podemos encontrar la respuesta, de lo contrario solo nos andaremos por las ramas como aquel cuento de Huxley en el que unos hombres buscan en todos los planetas a Jesús, pero siempre que llegan a uno le dicen que acaba de partir de allí, hasta que siguiéndole el rastro llegan de nuevo a la tierra, pero les dicen que también acaba de partir.
Dios, pues, es una experiencia personal y única, necesaria y revolucionaria en nuestras vidas, una experiencia tangible y verificable.


Alcides

Mi, el barco que todos llevamos dentro


Hace unos días me entere de lo que a continuación relato; que es sobre un pequeño velero llamado Mí, tan pequeño en su género que escasamente llevaba a medir ocho pies de proa a popa.
Mi nació en el Océano de las Ideas, y, desde su primer día en el agua el instinto lo impulso a buscar el Puerto de la Verdad; como solo podía llegar a ese lugar –que es una especie de paraíso para barcos- navegando, decidió pues, desplegar lo mas que podía sus velas.
Claro esta que Mi no era el único en estos mares, por el contrario, había millones de barcos mas y todos buscaban el Puerto de la Verdad, pero en direcciones y sentidos tan diferentes que frecuentemente Mi se topaba con barcos que venían de frente a el y hasta uno que otro de estos se llego a mofar del camino de llevaba Mi.
Para complicar mas este calidoscopio de opciones, existían lo que en nuestros mares llamamos “corrientes marinas”, pero entre los barcos de este mar se llamaban “ismos” que igualmente arrastraban a las embarcaciones fácilmente. Entre los Ismos mas peligrosos estaban el Consumismo, el Pragmatismo, el Inmediatismo, el Agnosticismo, por mencionar solo los principales.
Un buen día, después de mucho navegar sin encontrar, Mi se sintió angustiado y abrumado; pues había surcado tantas y tantas millas náuticas sin vislumbrar siquiera aquel puerto al que todo buscabas. Y sentía que su vida corría sin sentido.
Entonces en un acto que fue catalogado por sus compañeros como locura, se soltó gritándole al instinto: ¿Dónde estas?, ¿Existe realmente el Puerto de la Verdad o es solo un invento tuyo?, ¿Por qué no nos das una pista concreta?, así paso largo rato gritando y gritando. Pero el Instinto es un señor muy prudente, pero no sordo, por ello guardo silencio; al final, puso a un lado del timón de Mi un pequeño arbolito de Esperanza en su maceta de barro.
Ese día Mi entendió, que si existía un Árbol de la Esperanza, debía existir también una tierra junto al mar donde estos se dieran por doquier y por lógica debía existir el Puerto de la Verdad a donde los barcos que al final resistieran todas las peripecias de la búsqueda pudieran llegar.
Por ello Mi, guarda el Árbol de la Esperanza, como prueba de que el Puerto de la Verdad existe mas allá de todos los horizontes.

Alcides

martes, 30 de octubre de 2007

Tres reflexiones mientras veo un partido de la seleccion.


¿Qué es lo positivo de las victorias de la selección mexicana de futbol?, que uno se entera de la existencia de paises que realmente desconocia, ¿Guadalupe? ¿Gambia? ¿Lietschteintein?.

¿Qué descubre uno si pone en cero el volumen de la narración televisiva de los partidos de la selección? Que 15 minutos de ver el juego son mas que suficiente para decirdir explorar la programación de otros canales, ¡incluyendo los de corte cultural!.

Otra cosa que uno descubre al bajar el volumen a la narración de un partido es que son primos hermanos el futbol y la lucha libre, al menos en la pantomima.
Alcides

Pequeño diccionario nocturno.


Luna, luz robada al los ángeles.
Noche, hora regalada al amor.
Camino, destino desgarrador.
Huellas, ausencia.
Música, alma eterna.
Flor marchita, final de historia.
Vaso vació, asfixia de un dolor.
Hora, beso de adiós.
Carta, ave de sueños.
Vela, barco que naufraga
en la oscuridad de una habitación.
Pluma, confesión tardía.
Chopin, hijo del encantador.
Biblia, el verbo.
Frió, sin ti.
Calor, aquella gota que me regalaste.
Pecado, tú.
Anatema, desamor.
Grito, por ti.
Cena, pequeña virtud.
Estrella, geometría mitológica.
Difícil, dejar morir.
Perdón, maquina del tiempo.
Pensar, valor.
Hablar, ser y no ser.
Estética, mano izquierda de Dios.
Banca solitaria, belleza.
Verdad, el número más grande que existe
elevado a su misma potencia.
Tierra, infinita esencia.
Olas, la vida.
Amigos, las olas.
Cansancio, virtud.
Aquí, sumar todos los que fuiste.
Fin, Aqui.Luna, luz robada al los ángeles.
Noche, hora regalada al amor.
Camino, destino desgarrador.
Huellas, ausencia.
Música, alma eterna.
Flor marchita, final de historia.
Vaso vació, asfixia de un dolor.
Hora, beso de adiós.
Carta, ave de sueños.
Vela, barco que naufraga
en la oscuridad de una habitación.
Pluma, confesión tardía.
Chopin, hijo del encantador.
Biblia, el verbo.
Frió, sin ti.
Calor, aquella gota que me regalaste.
Pecado, tú.
Anatema, desamor.
Grito, por ti.
Cena, pequeña virtud.
Estrella, geometría mitológica.
Difícil, dejar morir.
Perdón, maquina del tiempo.
Pensar, valor.
Hablar, ser y no ser.
Estética, mano izquierda de Dios.
Banca solitaria, belleza.
Verdad, el número más grande que existe
elevado a su misma potencia.
Tierra, infinita esencia.
Olas, la vida.
Amigos, las olas.
Cansancio, virtud.
Aquí, sumar todos los que fuiste.
Fin, Aqui.

El Teatro y yo


El Teatro y Yo.

Un buen día, allá cuando estaba en eso de tercer año de secundaria, la prefecta paso por el salón para invitar al que quisiera pertenecer al naciente grupo de teatro de la escuela; el cual, iba a ser dirigido por un famoso director de teatro avecindado hace años en la ciudad, cito mas o menos textualmente la referencia del susodicho porque su nombre escapa a mi memoria.
Como eso de la actividad artística me ha movido desde siempre, fui uno de los (pocos) que decidieron al instante asistir a la primer reunión en el auditorio con el citado director, hasta donde se de mi salón fueron tres o cuatro mujeres las que participaron.
Mi primer sorpresa al llegar al auditorio era que estaba casi repleto, al frente, sobre el estrado, la prefecta invitadora y un señor de unos sesenta años, regordete, con guayabera blanca, que sudaba a chorros mientras los chirridos incesantes de los abanicos intentaban en vano sofocar su calor.
Llegada la hora en punto, digamos las diez de la mañana, con una voz potente tomo la palabra el director, para decir:
-Bien, la primer cosa que deben aprender si quieren ser actores es ser puntuales, así que vamos a empezar y que cierren la puerta para que no me dejen entrar a nadie, los que no llegaron a tiempo ya no tienen oportunidad alguna de formar este grupo de teatro.
-Lo siguiente que necesito es que vayan pasando al frente uno por uno a buscar el reloj que acabo de perder; por favor empiecen por esta fila.
Así empezaron a desfilar sobre el estrado cada uno de los concurrentes, bajo la mirada sigilosa del director. Unos apenas si ponían un pie arriba y hacían solo una finta de buscar algo, mas pronto saltaban fuera del escenario. Sin embargo, otras y otras si hacían la pantomima en exceso, al grado que se les tenía que pedir que bajasen pues éramos muchos los que aun teníamos que pasar a buscar el dichoso reloj.
Llegado mi turno me negué a pasar y lo cedí amablemente al que estaba sentado a mi costado, el cual si fue corriendo a subirse al frente. El director noto que yo no había subido y se me acerco para inquirirme:
-¿Por qué no subiste?.
-porque no traía reloj, respondí. Además, es evidente que allí no hay ningún reloj, pues el estrado es totalmente visible desde aquí y no hay nada.
Se me quede viendo, con esa mirada examinadora de aquel que se sabe juez, pero no respondió nada y se retiro para seguir con la mirada a los asiduos buscadores.
Al terminar de pasar todos, volvió a tomar la palabra para decir:
-he visto suficiente, en realidad hay muy poca madera de actores aquí, pero podemos trabajar, podemos pulir eso que hay, para ver que resulta. Todos han pasado al frente, menos ese de allá, el cual me dijo que yo no traía reloj, lo cual es cierto, pero el chiste del ejercicio era actuar como si creyeran que realmente podían encontrar un reloj aquí arriba donde evidentemente no hay nada.
A este punto, confieso, estaba por levantarme para salir del auditorio, pero solo me detenía la vergüenza que me daba que todos vieran que me retiraba. Y es que con franqueza, aquel ejercicio me resulto por demás desalentador, ridículo y falso. Pero podía más mi pena de verme inundado de miradas que una naciente vocación por la actuación. Total que me quede otro rato a escuchar lo que decía el director, aunque como estaba ensimismado en mis reflexiones sobre como salir de allí, cuando volví a la realidad, el regordete e incipiente anciano se encontraba en los comienzos de relatar una anécdota de su juventud, allá en la ciudad de México:
-Miren, cuando yo era de su edad, estábamos ensayando una obra muy famosa, con el mas famoso director de teatro que México ha dado. (En realidad “famosa” y “famoso” no fueron sus palabras textuales, pero mi memoria no da para tanto) En esa ocasión, me equivoque en mis diálogos y empecé a tratar de improvisar, a lo cual el famoso director iracundo, colérico y exasperado me grito: ¡Hijo de tu chingada madre, quien te crees para cambiar la obra de un genio!. Muchachitos, ¿Cómo creen que reaccione?.
Un murmullo se desato por todo el auditorio, las hipótesis iban desde una respuesta en el mismo tono, el comienzo de una trifulca, el abandono de la obra por parte de nuestro relator. Sin embargo, la respuesta nos sorprendió:
-Gracias, maestro, gracias por su corrección. Y así los voy a tratar a mentadas de madre, ¿entendieron?.
Se escucho un “si” generalizado, pero un “si” irreflexivo y mas bien asustadizo. Para mi fue la gota que derramo el vaso, me levante, tome el pasillo y abandone para siempre eso de la actuación teatral.
Atrás solo alcance a escuchar decir al director:
-Aquel que no este de acuerdo, será mejor que renuncie ahora como ese que no quiso buscar el reloj….
Nunca supe si mi pronta partida ocasiono algun otro comentario de aquel señor; solo se que su actitud fue tan poco estimulante para todos que el dichoso grupo naciente solo sobrevivió algo así como un mes. Muchas veces pasa precisamente esto, que aquellos que están versados en alguna expresión artística, en lugar de ser vehículos para acércanos a el arte, son exactamente lo contrario, se convierten en obstáculos en nombre de una pretendida flema de genialidad que solo es la expresión de una neurosis.


Alcides

domingo, 28 de octubre de 2007

Dios y Eva.


Un día, en el paraíso, Eva llamó a Dios:
"Tengo un problema"...
¿Cual es el problema Eva?"...
"Se que me has creado, que me has dado éste hermoso jardín, un
bello cuerpo, toda la gracia, inteligencia, mucho amor, mucha
ternura, un sexto sentido maravilloso, todos éstos maravillosos
animales y esa serpiente con la que me muero de risa.......pero
.....no soy del todo feliz..."
-"¿Cómo es eso, Eva?"- replicó Dios.
-"Me encuentro sola y además estoy harta de comer
manzanas....quiero satisfacer mis necesidades de otra manera, más divertida"...
-"Bueno Eva, en tal caso tengo una solución...crearé un hombre para tí".
-"¿Que es un hombre?"....
"Un hombre será una criatura totalmente imperfecta, maniático,
mentiroso, tramposo, rencoroso, engreído...,en fin, que te va a dar
problemas...Pero será más fuerte y más rápido que tú.
Le gustará cazar y maltratar a los animales que ahora te rodean y sólo por diversión.
Tendrá un aspecto simple, vulgar, con muy pero muy poco cerebro,
sin complicaciones, sin dar explicaciones, algunas veces grosero,
altanero, preparado para el trabajo duro, pagado de si, con algunas
cosas de niño tales como pegarse, dar patadas a un balón, correr detrás de otros...
Pero como te estás quejando de tu soledad y de tu aburrimiento, le
crearé una sola virtud, de tal forma que satisfaga tus.....necesidades."
" Pero eso sí, tendrás que halagarle, reírle las gracias, valorar
sus actitudes, hacerle creer que es el mejor, que satisface tus
necesidades maravillosamente,... podrás ser hipócrita con él,
porque como ya te he dicho será muy simple y se creerá todo lo que tu le digas. "
·"Necesitará siempre de tu consejo para actuar correctamente y
tendrás que estar muy pendiente de él para que no se despiste."
"Parece que suena difícil, pero bien", dijo Eva, mientras levanta la ceja irónicamente.
-"Cuándo voy a tener un hombre en mi paraíso?".....
-"Pues...te lo voy a crear, pero con una condición"........
-"Cual?"...
"Como será picante, rencoroso, vanidoso, arrogante, egoísta,
narcisista, egocéntrico, falso, machista, insufrible, celoso,
mentiroso y muy mamuco....tendrás que hacerle creer que lo hice a él primero..."
(Anonimo).

Cronica de un cateo.


-Joven, orilléese a la orilla. Me grito un policía raso en el puesto de control carretero.
Me estacione de mala gana, casi molesto, pues antes que yo, habían dejado pasar al menos cinco vehículos sin siquiera detenerlos.
-Me permite una revisión de rutina a su vehículo. Musito un desalineado Cabo a la vez que otro Policía se acercaba velozmente para auxiliarlo.
-Claro que si, respondí, y, me baje del automóvil.
Como es convencional empezaron por golpear todo el chasis, mientras hacían el esfuerzo de levantar las orejas para escuchar algo diferente que solo lámina hueca. Una vez que le dieron vueltas a todo el coche con su toc-toc, se subieron a la cabina. Fisgonearon mediocremente el tablero. Me pidieron las llaves, lo encendieron. En este punto fue cuando mi paciencia se vino abajo.
-¡Oiga! –Reclame-¿Para que encienden el carro?, eso no tiene sentido.
El Cabo reviro rápidamente. Con coraje y sin miramientos me dio sus razones:
-Conocemos muy bien a la gente como usted, sabemos que trae algo en el carro, por eso esta usted nervioso.
Me causo confusión que el entendiera por nerviosismo, lo que para mi era molestia. Solo atisbe a responder:
-Mire, revise lo que guste, pero el carro y el estero no tienen porque encenderlos. Esto debido a que en medio del cruce de palabras y como un acto retorito, no contento con verme molesto porque encendió el automóvil, también encendió el sonido. El Cabo volvió sobre mí:
-Tienes edad de narco, trais carro de narco y te gusta la música de narcos.
-Pero si lo que esta en el estero es musica de Silvio Rodríguez, y, a los narcos les gusta musica norteña.
-¡ Lo vez!, sabes muy bien los gustos de los narcos, por eso pusiste a ese Silvio, para tratar de confundirnos.
-¡Puta madre!, es imposible tratar de dialogar con usted. Le dije.
Ante mi reacción que rayaba en la euforia, se bajaron los dos del carro. Me tomaron por el antebrazo y me dirigieron a una silla destartalada que estaba junto a una mesa larga, donde a el otro extremo estaban los demás elementos de el escuadrón.
-Siéntese aquí, y no se levante. ¡Gutiérrez!, usted me responde si este interfecto se levanta.
Entre los demás del escuadrón, ante este grito de su Cabo, hubo uno que despertó abruptamente de su sueño aletargado por el calor del desierto y la carretera. Vino a donde yo estaba sentado y se paro junto en posición de “descanso a discreción”.
Mientras el Cabo y el Policía se regresaron al carro, se subieron, lo encendieron, subieron los vidrios, prendieron el aire acondicionado y le subieron a todo el volumen, lo se, pues retumbaban las ventanas.
El policía que se había quedado parado junto a mí, una vez que estuvo seguro que no lo escuchaba su superior, me dijo:
-No se preocupe, así es mi Cabo, se enputa por cualquier cosa, quédese sentadito y vera que en unos minutos lo deja ir.
Decidí no echarle mas leña al fuego, así que seguí el sabio consejo de mi experimentado custodio. Espere, mientras observaba inmóviles el par de cabezas dentro del carro.
Empecé a divagar sobre lo que tenia que hacer llegando a donde me dirigía. Mientras, el oído se empezó a acostumbrar al silencio, y, a lo lejos, empecé a escuchar la musica que salía de mi carro. Los mendigos habían cambiado de disco, y ahora, se deleitaban con algo de lo viejo de Alejandro Sanz.
Al fin, después de unos quince minutos, se bajaron ambos. El Cabo vino hacia mí, y con voz gruesa y aun molesta me grito:
-Lo vez, guey, nada te costaba quedarte tranquilo. Si te pones perro, nosotros te perreamos el doble. Toma tus pinches llaves y vete.
Las tome con un sentimiento de frustración revuelto con coraje, pero lo hice en silencio. Me fui directo al carro, lo encendí, de reojo cheque que no faltara nada y le di marcha.
El celular estaba dentro de la guantera. Pero recordaba bien que lo traía en el asiento del acompañante. Cuando abrí el aparato constate que lo habían apagado, eso me hizo estallar, saque la cabeza por la ventanilla y les grite:
-¡Hijos de su puta madre!.
El carro ya había avanzado unos cien metros, por lo que supuse que el cabo no alcanzo a escucharme plenamente, sin embargo, por el retrovisor me percate que levantaba su brazo derecho en acción retórica.
Inmediatamente recordé: ¡Esta es la única vía de regreso!.