
¿Cómo es Dios?, es una pregunta imposible de responder con exactitud, lo infinito no cabe en todas las palabras del mundo, Dios no se puede llegar a conocer con exactitud y, en ello no hay mucho misterio, ni siquiera a otro humano podemos llegar a conocer completamente y, para ir no muy lejos, ni siquiera a nosotros mismos llegamos a conocernos plenamente durante toda la vida.
Sin embargo hay ciertas pistas que Dios dejo de si mismo, como aquella de “Dios es amor”. Además dejo una Iglesia, cuya misión y único sentido de ser era, es y será presentar a los hombres a es Dios incognoscible pero que es puro amor. La idea de Dios, la visión de Dios, lo que entendemos por Dios y la forma en que vivimos con Dios es pues, en gran medida responsabilidad de esa Iglesia.
Claro esta que el problema ya se volvió inmenso, pues de entrada habría que establecer cual es esa Iglesia o si subsiste esa Iglesia en el día de hoy. Toda la familia sui generis del cristianismo quiere llevarse el titulo de “la Iglesia verdadera”, desde el sabatista, pasando por el pentecostal y el protestantismo, hasta llegar al consabido catolicismo dice guardar en sus arcas la verdad plena, a Dios intacto.
Pero dejando de lado la tentación de meternos a hacer apología, me gustaría mejor ver otra arista de esta compleja realidad: ¿Cómo ven a Dios los que no creen o conocen a Dios?. De entrada ellos no ven a Dios, ven a los cristianos, independientemente del color de camiseta que lleve, ellos ven un grupo numeroso de equipos, todos disputándose el campeonato, cuyo trofeo pareciera ser constituida como “la Iglesia verdadera”.
Como católico me doy cuenta y, en ello no va ningún secreto que el Dios que mostramos es un dios bastante burocrático, atrapado en dos mil años de historia, pareciera apenas si poder sacar la mano del calabozo de ritos y moralidad que le hemos construido. Un dios de domingos y fiestas de guardar, un dios que vive acechándonos para desatar una tormenta de tragedias en cuanto pequemos.
Y me pregunto donde estará aquel Dios que cita San Pablo: los he hecho libres para que vivan en la libertad. ¿Realmente estará entre toda esa pompa en que viven los jerarcas, los príncipes de la Iglesia?, ¿realmente nos querrá cada domingo sentaditos y peinaditos en la banca de la parroquia?, ¿Qué dirá de nuestras procesiones, de nuestra iconografía, de nuestras fiestas patronales, de los votos de pobreza, obediencia y castidad de los curas? ¿Qué dirá de mi, de mi tibieza y desinterés?, ¿estará molesto por que estoy rayando en la falta de respeto a su Iglesia?
Alcides