sábado, 8 de noviembre de 2008

Maldita se la cruz.



El hombre es un ser religioso, así lo atestiguan los vestigios de todas las civilizaciones; que en este aspecto han evolucionado gradualmente desde un panteísmo, al politeísmo, y actualmente a un monoteísmo generalizado (al menos en occidente y medio oriente) mediante el judaísmo, islamismo y cristianismo. Por lo mismo, al ser la religión un elemento de las sociedades corre el riesgo de mimetizarse tanto en esta que puede acabar pareciendo solo un elemento cultural o tradicional.

Este es uno de los grandes problemas actuales del catolicismo, y, por ello, Juan pablo II, hacia un llamado continuo sobre la necesidad de una nueva evangelización, nueva en su ardor –refería-. Ahora bien, Evangelizar significa “anunciar la buena noticia” y, en su sentido más profundo y escatológico, esta “buena noticia” pretende ser la respuesta que el hombre ha buscado desde siempre ante el sentido de la vida y de su ser mismo; en otras palabras: Dios es la complementariedad de una vida meramente racional y biológica.

Claro esta que llegar a tales conclusiones, implica necesariamente partir del postulado: Dios existe; cuya demostración esta basada en la Fe, virtud teológica, que hoy, más que nunca, parece ser el antagónico de la Razón. Más sin embargo, en un análisis minucioso se puede ver que esta –la Razón-, parte de axiomas sin un sustento meramente racional, es decir, parte de la Fe en que “Dios no existe”. Por ello resulta mas sincero reconocer que ambas –Fe y Razón- son necesarias para una comprensión más plena de la verdad.

El olvido, desvió, desconocimiento o silencio del anuncio de esta propuesta de solución ante tal realidad ultima, es decir ante el sentido de la vida, es lo que hace aparecer al catolicismo, muchas veces, como una mera asociación filantrópica, desmembrada de su trascendencia y como fruto de esto se da una baja efectividad o un sentido de pertenencia etéreo, que se comprueba, en los templos que se ven cada vez mas vacíos. Ya que resulta más fácil saciar la nausea existencial (aun inconscientemente) a través del consumismo, el pragmatismo, hedonismo, etc. Es decir de una forma racional, que de una forma incomprensible y poco alentadora como puede resultar ser la Fe.

Sin embargo, la Iglesia no permanece estática ante estos retos y busca incansablemente presentar estas realidades de forma convincente a todos los hombres. Muestra de ello es la vocación mas intima del Concilio Vaticano II.

Hoy ante el desarrollo exponencial de la civilización en todos los rubros (pluralidad, longevidad, informática, tecnológica, etc. etc.), se requiere de un compromiso personal de todos, y desde nuestra situación especifica, para poder lograr cambios firmes y duraderos. El catolicismo no es la excepción ante esta necesidad, por lo cual, una de las primeras tareas en la materia, es debelar todas aquellas injusticias que se cometen “en nombre de Dios”, o como lo plantea el obispo y poeta –catalán universal- Pedro Casaldaliga:
¡Maldita sea la cruz, que no sea La Cruz!.


Alcides

domingo, 2 de noviembre de 2008

Etiquetas: ua forma sutil de intolerancia.



El hombre, hoy por hoy, tiene acceso al conocimiento de un sinfín de posturas económicas, religiosas, culturales, educativas, etc. que son entre ellas a menudo contradictorias y hasta excluyentes. Ante este alud de propuestas los hombres realizan de forma más o menos conciente un proceso de “etiquetar” las diferentes corrientes, por ejemplo en la política, los hay de izquierda, centro y derecha.
El error al que puede llevar este proceso, es a excluir a priori cualquier punto de vista que este etiquetado con una línea con la que generalmente no concordamos; es decir, omitir un discernimiento serio de lo que la contraparte nos quiere decir.
La mas de las veces pasamos por alto que lo normal en las cuestiones humanas es que la verdad vaya en medio de las mentiras, y que la mentira, exista en medio de las verdades, tal vez por ello, Santo Tomas De Aquino planteo aquello de: La Verdad, independientemente de quien la diga, proviene del Espíritu Santo; o inclusive San Pablo pretendió resaltar esta simbiosis entre la verdad y la mentira, cuando señalo: analícenlo todo y quédense con lo bueno.
¿Por qué es importante una revisión de algo que ya hemos etiquetado como “adverso” a nuestro gusto, convicción, creencia o conveniencia?, en una primera visión podríamos decir que si no nos sentimos compatibles con una idea desde el principio, difícilmente podremos cambiar esta percepción, pues, la primer impresión nunca se olvida; sin embargo, lo que tampoco debemos olvidar es que las ideas de los hombres no son procesos terminados, por el contrario, son procesos dinámicos en constante evolución, esto se da inclusive en el ámbito de la fe, pues es lo que se puede llamar “evolución de la revelación”.
Así pues, las ideas de lo hombres van cambiando y quizás por tenerlos etiquetados no nos tomemos la molestia de revisar esos cambios que pueden llegar a ser muy significativos; por ejemplo John Henry Newman fue en un principio un pastor anglicano que mostraba abiertamente su aversión a la iglesia católica, pero con el paso del tiempo y una larga reflexión teológica llego a convertirse al catolicismo, ser sacerdote, cardenal e inclusive el papa Paulo VI llamo al Concilio Vaticano II, como “El Concilio Newman”.

Pocas cosas empobrecen tanto a la humanidad como su incapacidad de aprender de aquellos que consideramos “enemigos”.

Alcides