
El hombre es un ser religioso, así lo atestiguan los vestigios de todas las civilizaciones; que en este aspecto han evolucionado gradualmente desde un panteísmo, al politeísmo, y actualmente a un monoteísmo generalizado (al menos en occidente y medio oriente) mediante el judaísmo, islamismo y cristianismo. Por lo mismo, al ser la religión un elemento de las sociedades corre el riesgo de mimetizarse tanto en esta que puede acabar pareciendo solo un elemento cultural o tradicional.
Este es uno de los grandes problemas actuales del catolicismo, y, por ello, Juan pablo II, hacia un llamado continuo sobre la necesidad de una nueva evangelización, nueva en su ardor –refería-. Ahora bien, Evangelizar significa “anunciar la buena noticia” y, en su sentido más profundo y escatológico, esta “buena noticia” pretende ser la respuesta que el hombre ha buscado desde siempre ante el sentido de la vida y de su ser mismo; en otras palabras: Dios es la complementariedad de una vida meramente racional y biológica.
Claro esta que llegar a tales conclusiones, implica necesariamente partir del postulado: Dios existe; cuya demostración esta basada en la Fe, virtud teológica, que hoy, más que nunca, parece ser el antagónico de la Razón. Más sin embargo, en un análisis minucioso se puede ver que esta –la Razón-, parte de axiomas sin un sustento meramente racional, es decir, parte de la Fe en que “Dios no existe”. Por ello resulta mas sincero reconocer que ambas –Fe y Razón- son necesarias para una comprensión más plena de la verdad.
El olvido, desvió, desconocimiento o silencio del anuncio de esta propuesta de solución ante tal realidad ultima, es decir ante el sentido de la vida, es lo que hace aparecer al catolicismo, muchas veces, como una mera asociación filantrópica, desmembrada de su trascendencia y como fruto de esto se da una baja efectividad o un sentido de pertenencia etéreo, que se comprueba, en los templos que se ven cada vez mas vacíos. Ya que resulta más fácil saciar la nausea existencial (aun inconscientemente) a través del consumismo, el pragmatismo, hedonismo, etc. Es decir de una forma racional, que de una forma incomprensible y poco alentadora como puede resultar ser la Fe.
Sin embargo, la Iglesia no permanece estática ante estos retos y busca incansablemente presentar estas realidades de forma convincente a todos los hombres. Muestra de ello es la vocación mas intima del Concilio Vaticano II.
Hoy ante el desarrollo exponencial de la civilización en todos los rubros (pluralidad, longevidad, informática, tecnológica, etc. etc.), se requiere de un compromiso personal de todos, y desde nuestra situación especifica, para poder lograr cambios firmes y duraderos. El catolicismo no es la excepción ante esta necesidad, por lo cual, una de las primeras tareas en la materia, es debelar todas aquellas injusticias que se cometen “en nombre de Dios”, o como lo plantea el obispo y poeta –catalán universal- Pedro Casaldaliga:
¡Maldita sea la cruz, que no sea La Cruz!.
Alcides