domingo, 2 de noviembre de 2008

Etiquetas: ua forma sutil de intolerancia.



El hombre, hoy por hoy, tiene acceso al conocimiento de un sinfín de posturas económicas, religiosas, culturales, educativas, etc. que son entre ellas a menudo contradictorias y hasta excluyentes. Ante este alud de propuestas los hombres realizan de forma más o menos conciente un proceso de “etiquetar” las diferentes corrientes, por ejemplo en la política, los hay de izquierda, centro y derecha.
El error al que puede llevar este proceso, es a excluir a priori cualquier punto de vista que este etiquetado con una línea con la que generalmente no concordamos; es decir, omitir un discernimiento serio de lo que la contraparte nos quiere decir.
La mas de las veces pasamos por alto que lo normal en las cuestiones humanas es que la verdad vaya en medio de las mentiras, y que la mentira, exista en medio de las verdades, tal vez por ello, Santo Tomas De Aquino planteo aquello de: La Verdad, independientemente de quien la diga, proviene del Espíritu Santo; o inclusive San Pablo pretendió resaltar esta simbiosis entre la verdad y la mentira, cuando señalo: analícenlo todo y quédense con lo bueno.
¿Por qué es importante una revisión de algo que ya hemos etiquetado como “adverso” a nuestro gusto, convicción, creencia o conveniencia?, en una primera visión podríamos decir que si no nos sentimos compatibles con una idea desde el principio, difícilmente podremos cambiar esta percepción, pues, la primer impresión nunca se olvida; sin embargo, lo que tampoco debemos olvidar es que las ideas de los hombres no son procesos terminados, por el contrario, son procesos dinámicos en constante evolución, esto se da inclusive en el ámbito de la fe, pues es lo que se puede llamar “evolución de la revelación”.
Así pues, las ideas de lo hombres van cambiando y quizás por tenerlos etiquetados no nos tomemos la molestia de revisar esos cambios que pueden llegar a ser muy significativos; por ejemplo John Henry Newman fue en un principio un pastor anglicano que mostraba abiertamente su aversión a la iglesia católica, pero con el paso del tiempo y una larga reflexión teológica llego a convertirse al catolicismo, ser sacerdote, cardenal e inclusive el papa Paulo VI llamo al Concilio Vaticano II, como “El Concilio Newman”.

Pocas cosas empobrecen tanto a la humanidad como su incapacidad de aprender de aquellos que consideramos “enemigos”.

Alcides

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