
Hace unos días leía “Tener o Ser” de Erich Fromm, donde el autor establece que el hombre contemporáneo se encuentra tarde o temprano frente a esta disyuntiva: ¿tener o ser?, o lo que hoy conocemos como el consumismo como pretendido satisfactor de todas las necesidades; tal vez hoy, no nos suena tan novedoso lo propuesto por Fromm, pero para la época en que fue escrito, hace alrededor de 60 años fue uno de los pioneros en alertarnos sobre los peligros del consumismo.
A mi lo que me llama la atención –aunque Fromm no lo plantea- es que esa disyuntiva entre el tener y el ser a llegado hasta el Catolicismo, bajo esta mascara: ¿Hacer o Ser?.
La forma “Hacer” se presenta bajo las siguientes primicias: dime cuanto haces en la Iglesia y te diré cuanto vales, dime en cuanto ministerios andas metido y te diré que tan buen católico eres; dime cuantos laicos comprometidos tienes y te diré que tan buen párroco eres.
El laico común lleva un horario pesado de trabajo, al final de la jornada asiste a su Iglesia con el anhelo de encontrar el alimento espiritual que le fuerzas para enfrentar a este mundo tan adverso a la fe, pero se topa la mas de las veces con un discurso similar al que ha recibido durante todo el día: obras, obras, obras ¡!!!., ¿no es esto desmotivante? Claro que si, por eso los templos están cada día mas vacíos pues la gente prefiere quedarse en casa viendo el Big Brother o el reality show de moda, que le proporcionara aunque sea un ínfimo instante de seudo-felicidad, que al final no es otra cosa que olvidarse por un rato de la realidad, todo esto siempre y cuando pague el precio de desenchufar su cerebro; pero prefiere esto a ir a un templo donde recibirá un poco mas de estrés.
Entonces, lo que se antepone como una urgencia es rescatar la forma “Ser”, pero ¿en que consiste la forma “ser” en la Iglesia?, creo que la mejor respuesta nos la da Jesús mismo la noche en que instituyo la eucaristía, mas explícitamente en el relato de San Juan (Jn 13:3-10), cuando se lleva a cabo el lavatorio de los pies en los apóstoles. Muchos se escandalizan cuando se dan cuenta que Juan omitió el acto de la institución eucarística y se justifican diciendo: es que Juan ya había leído los otros evangelios y no quiso repetir lo que los otros ya habían dicho , eso es una verdad a medias, pues lo que Juan quiso dejar muy bien marcado con esta omisión es que no nos podemos acercar plenamente a Jesús si no estamos dispuestos a dejarnos lavar los pies por el.
¿En que consiste dejarnos lavar los pies por Jesús? Consiste en auto-permitirnos estar simplemente ante su presencia como aquella Maria en casa de Lázaro (Lc 10:38-42), consiste en la comunión plena entre nuestro espíritu y el espíritu Santo. Consiste en ser dóciles ante su presencia. Claro que esta comunión espíritu-espíritu puede y debe tener las mas variadas expresionalidades que van desde la contemplación hasta la alabanza.
En resumidas cuentas la forma “Ser” consiste en ser dóciles al Espíritu Santo.
Mientras la iglesia siga realizando mil planes para actuar como Martha (hacer) y deje el papel de Maria (ser) como una responsabilidad personal de cada creyente, como algo que cada quien debe hacer en privado. . . en lo obscurito, en su casa, seguirá siendo cómplice tácito de la drogadicción, el suicidio, las infidelidades, la violencia intra familiar, etc. etc. Es decir seguirá sin cumplir plenamente la misión para la cual fue instituida.
Alcides