
Todo tema que involucre a la sexualidad humana es visto con sospechosismo en la Iglesia, pues desde sus cimientos biblicos tiene una marcada influencia machista y para llegar a esta conclusión no es necesaria una hermenéutica muy exhaustiva, estas verdades están allí flotando en las cartas paulinas.
El macho no tolera que otro de su género sea diferente, ni siquiera se plantea la posibilidad de que otras formas sean posibles y mucho menos se preocupa por investigar o entender en que consiste la diferencia con aquel que debiera ser -según el- igual. Basta ser diferente para ser equivoco. Aquí la nace la “intolerancia sexual” que padece la persona homosexual, producto de la ignorancia y la cerrazon. Ahora bien en el contexto social esta intolerancia se convierte en una marginación que produce no pocos efectos psicológicos sonre el individuo.
En este marco discriminatorio que afecta la conciencia misma de la persona, debe ser muy difícil para estas personas asumirse como tal, de allí la poca conciencia que tiene de si mismo, pues se asume como lo asumen los demás. Desconozco cual podría ser el alcance de esta autoconcientizacion del ser, pero a la luz de la fe, debiera encontrar su sentido escatológico –insisto, escatológico-, pues de lo contrario seria un sin sentido peor que la inconciencia de si mismo. En este”sin sentido” del ser encuentro la justificante por la cual muchos homosexuales se asumen, visten, hablan, etc., etc. como una imitación burlesca de la mujer.
Hoy en medio de esta cultura hedonista ya nadie quiere cargar su cruz, o a lo menos, queremos escoger que cruz cargar. Es decir, ya no queremos asumir al sufrimiento como un elemento de la vida, pues hemos olvidado la función vital y escatológica del mismo y con este olvido más o menos conciente pasamos a ser los más miserables de todos, como sentencio San Pablo. Asi, navegamos velozmente al puerto de la anarquia con bandera de “tolerancia”; esa forma de “tolerancia permisiva” es tan dañina como la forma de “tolerancia dadivosa” que tu bien señalabas.
En mi pensar la homosexualidad es una condición del ser, ahora bien, es decir esta arraigado en el cuerpo, mente y espiritu; es decir interactúan razón y voluntad. Descartes plantea que la primacía de la segunda sobre la primera constituye la pecaminosidad humana, sin embargo desde la fe podemos considerar una fuerza mas actuando en el ser, esta fuerza es la Gracia, lo cual abre el problema a la discusión metafísica, pues el balance de estas tres fuerzas resulta imposible cuantificarlo. Planteado de otra manera seria así: nos es imposible determinar cual es el alcance de la Gracia en una persona homosexual que trata de vivir desde la fe su condición.
Siempre me ha parecido obsesivamente perturbadora la imagen del árbol de la ciencia del bien y el mal en medio del edén., el malum, el manzano, ¿Qué de malo puede haber en comer de aquel fruto? Creo que esta misma pregunta se plantean aquellos que promueven toda liberalidad de la condición homosexual, es decir, se plantean ¿Qué de malo puede tener dejar sin freno esta la condición?.
Sin embargo creo que una postura todo permisiva es una solución fácil, en la imagen del Génesis, la permisividad es la decisión de Adán de comer aquella manzana, pues visto desde la condición cristiana no podemos olvidar que el sufrimiento tiene su mas profundo sentido en el anhelo escatológico –insisto, insisto e insisto-, el sufrimiento constituye pues a mi ver, la decisión de abstenerse de aquel manjar. Esta solución fácil (o permisiva) acarrea al final de cuenta un sinfín de problemas mas graves o visto desde el Génesis, acarrea la expulsión del edén.
3.-En resumidas cuentas mi postura es esta: Dios no se equivoca y ha creado a la especie humana, hombre y mujer, o como canta, Roberto Carlos: “cóncavo y convexo, así es nuestro amor en el sexo”; de esta estrofa lo primero que nos salta a la vista es la palabra “sexo” sin embargo lo relevante es la palabra “amor”. Amor y pasión, son términos que tendemos a confundir en el corazón pues una disociación alegre conduce al error; la pasión es la fuerza que mueve a la homosexulidad, pasión que parece amor, amor entendido como la fuerza primera que da sentido al ser.
Mientras que no tengamos la voluntad de afrontar el sufrimiento como elemento vital, como parte del ser, caminamos a la descomposición del individuo, la familia, la sociedad, la cultura, inclusive a la de la iglesia misma.
Mentiria si dijera que he quedado plenamente conforme con mi propia respuesta, se que este tema da para mucho mas, y hay muchas variables que dejo de considerar. Pero hasta el día de hoy esta es mi postura mas sincera.
Dice Ratzinger: Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación; creo que este discernimiento también es necesario para la homosexualidad.
Ser permisivo bajo el argumento que puede haber placer y afectividad en una relación entre personas del mismo sexo me parece también una simplificación por demás peligrosa.
Me declaro poco conocedor del tema, así que tambien asumo a Schelder: El buen principiante es esencialmente escéptico.
Alcides
El macho no tolera que otro de su género sea diferente, ni siquiera se plantea la posibilidad de que otras formas sean posibles y mucho menos se preocupa por investigar o entender en que consiste la diferencia con aquel que debiera ser -según el- igual. Basta ser diferente para ser equivoco. Aquí la nace la “intolerancia sexual” que padece la persona homosexual, producto de la ignorancia y la cerrazon. Ahora bien en el contexto social esta intolerancia se convierte en una marginación que produce no pocos efectos psicológicos sonre el individuo.
En este marco discriminatorio que afecta la conciencia misma de la persona, debe ser muy difícil para estas personas asumirse como tal, de allí la poca conciencia que tiene de si mismo, pues se asume como lo asumen los demás. Desconozco cual podría ser el alcance de esta autoconcientizacion del ser, pero a la luz de la fe, debiera encontrar su sentido escatológico –insisto, escatológico-, pues de lo contrario seria un sin sentido peor que la inconciencia de si mismo. En este”sin sentido” del ser encuentro la justificante por la cual muchos homosexuales se asumen, visten, hablan, etc., etc. como una imitación burlesca de la mujer.
Hoy en medio de esta cultura hedonista ya nadie quiere cargar su cruz, o a lo menos, queremos escoger que cruz cargar. Es decir, ya no queremos asumir al sufrimiento como un elemento de la vida, pues hemos olvidado la función vital y escatológica del mismo y con este olvido más o menos conciente pasamos a ser los más miserables de todos, como sentencio San Pablo. Asi, navegamos velozmente al puerto de la anarquia con bandera de “tolerancia”; esa forma de “tolerancia permisiva” es tan dañina como la forma de “tolerancia dadivosa” que tu bien señalabas.
En mi pensar la homosexualidad es una condición del ser, ahora bien, es decir esta arraigado en el cuerpo, mente y espiritu; es decir interactúan razón y voluntad. Descartes plantea que la primacía de la segunda sobre la primera constituye la pecaminosidad humana, sin embargo desde la fe podemos considerar una fuerza mas actuando en el ser, esta fuerza es la Gracia, lo cual abre el problema a la discusión metafísica, pues el balance de estas tres fuerzas resulta imposible cuantificarlo. Planteado de otra manera seria así: nos es imposible determinar cual es el alcance de la Gracia en una persona homosexual que trata de vivir desde la fe su condición.
Siempre me ha parecido obsesivamente perturbadora la imagen del árbol de la ciencia del bien y el mal en medio del edén., el malum, el manzano, ¿Qué de malo puede haber en comer de aquel fruto? Creo que esta misma pregunta se plantean aquellos que promueven toda liberalidad de la condición homosexual, es decir, se plantean ¿Qué de malo puede tener dejar sin freno esta la condición?.
Sin embargo creo que una postura todo permisiva es una solución fácil, en la imagen del Génesis, la permisividad es la decisión de Adán de comer aquella manzana, pues visto desde la condición cristiana no podemos olvidar que el sufrimiento tiene su mas profundo sentido en el anhelo escatológico –insisto, insisto e insisto-, el sufrimiento constituye pues a mi ver, la decisión de abstenerse de aquel manjar. Esta solución fácil (o permisiva) acarrea al final de cuenta un sinfín de problemas mas graves o visto desde el Génesis, acarrea la expulsión del edén.
3.-En resumidas cuentas mi postura es esta: Dios no se equivoca y ha creado a la especie humana, hombre y mujer, o como canta, Roberto Carlos: “cóncavo y convexo, así es nuestro amor en el sexo”; de esta estrofa lo primero que nos salta a la vista es la palabra “sexo” sin embargo lo relevante es la palabra “amor”. Amor y pasión, son términos que tendemos a confundir en el corazón pues una disociación alegre conduce al error; la pasión es la fuerza que mueve a la homosexulidad, pasión que parece amor, amor entendido como la fuerza primera que da sentido al ser.
Mientras que no tengamos la voluntad de afrontar el sufrimiento como elemento vital, como parte del ser, caminamos a la descomposición del individuo, la familia, la sociedad, la cultura, inclusive a la de la iglesia misma.
Mentiria si dijera que he quedado plenamente conforme con mi propia respuesta, se que este tema da para mucho mas, y hay muchas variables que dejo de considerar. Pero hasta el día de hoy esta es mi postura mas sincera.
Dice Ratzinger: Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación; creo que este discernimiento también es necesario para la homosexualidad.
Ser permisivo bajo el argumento que puede haber placer y afectividad en una relación entre personas del mismo sexo me parece también una simplificación por demás peligrosa.
Me declaro poco conocedor del tema, así que tambien asumo a Schelder: El buen principiante es esencialmente escéptico.
Alcides