martes, 20 de enero de 2009

la muerte


Schopenhauer llamo a la muerte “el gran desengaño”, quien ha pisado los pasillos de ella sabe a que se refería el filosofo alemán. Ante la muerte uno queda expuesto, desnudo, descubre o mejor dicho ve con claridad lo que hay en uno mismo, sus convicciones, sus creencias, lo que uno ama es sopesado y descubierto, la terrible fragilidad de que uno cree “poseer”.
Así que la muerte puede ser la gran maestra, aquella que por paradójico que parezca nos enseña a vivir si es que le sobrevivimos, si es que la vencemos o si es que Dios no tenía dispuesto simplemente que hoy muriéramos.
Por esto, aquel que tacha al suicida de condenado a lo mas recóndito de los avernos se equivoca, ya lo dijo San Pió a una muchacha afligida porque su hermana se había arrojado al vació: del puente al suelo hay mucho tiempo para arrepentirse, si, así es la muerte, así es su inminente presencia, basta una milésima de segundo para enseñarnos muchas cosas.
Alcides

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