miércoles, 9 de enero de 2008

El cuento que no he contado.


Según un anuncio de radio de Neuróticos Anónimos, A.C., la depresión será en el año 2020 la principal enfermedad en el mundo, además que será esta enfermedad, la primera causa de discapacidad en las personas, es decir, que por depresión la gente se ocasionara daño físico. Por ejemplo, al lanzarse al precipicio desde un puente caerá sobre un camión que transportaba paja convirtiendo al inminente suicida en paciente de una sala de emergencias.
Pero el punto es que este anuncio me trajo a colación en mi memoria un cuento que he estado imaginando y que no he podido escribir, quizás por falta de tiempo o quizás porque el genero del cuento me resulta muy difícil o quizás ya estoy como un amigo que tiene tres años queriendo empezar un libro o como otro amigo que tiene dos años que lleva a la mitad su nueva novela, en fin, obvio se omiten nombres para evitar herir susceptibilidades, pero si, tu sabes que estoy hablando de ti. A lo que voy es a contarles como va el cuento que no he contado:
Digamos que estamos en el año 2070, la ciencia y la tecnología han seguido avanzando rapidísimo, tanto que han planteado la necesidad de nuevos paradigmas dejando atónitas, desconcertadas y boquiabiertas a la moral y la ética (claro esta que a la religión la han dejado igual si no es que hasta peor), o sea que están como ahorita en el 2008, que no saben como responder a los nuevos retos de la vida moderna y han hecho lo que la tortuguita de mi hija, encerrarse en su caparazón de ortodoxia.
Total que hoy, 31 de febrero del 2070 un nuevo descubrimiento, basado en recuperar las viejas tradiciones chinas de la alquimia, es decir, de convertir una cosa en otra, como el mítico ejemplo de volver la tierra común y corriente en oro tras un proceso químico secreto. Hoy se ha anunciado pues, la invención de una droga poderosísima y adictiva a mas no poder a base de tierra común y agua, es decir, elementos que los hay por doquier, ya que el agua puede ser contamina o salada, pues en estos tiempos, aquellas cualidad de incolora, insípida e inolora del agua son solo una leyenda.
El surgimiento de esta droga es presentada por una empresa multinacional sin escrúpulos (obvio, hoy ya existen estas) que lo único que vende es el secreto de cómo producirla, la receta es vendida a un precio súper bajo, un euro por la receta, ¿y porque no un dollar?, digamos que Estados Unidos legalizo todas las drogas hace unos 50 años y ello acelero el proceso de derrumbamiento como súper potencia volviéndose una nación adicta con el correspondiente desplome moral (que hoy dicen tener y que nadie les cree), militar y económico; por tanto la moneda de uso corriente es en el futuro el Euro.
El libre mercado y la globalización han hecho que las leyes de los países se modifiquen para que las transnacionales hagan los que les venga en gana (¿otra similitud con el presente?), por tanto esta empresa poco ética no tiene problemas en lanzar al mercado su receta secreta. Pero obvio esta, aunque sea barata no se salva de la piratería que la hace aun mas barata, llegando a costar en Tepito o el Mercado de San Juan de Dios hasta un peso, es decir como 99% mas barata según el tipo de cambio interbancario del día.
El problema se lo empiezan a plantear los intelectuales: ¿A dónde ira la civilización con esta droga?, ya que con un Euro o un peso -si la compras pirata-, podrás drogarte de por vida, ya que lo que te venden es la formula de cómo mezclar el agua y la tierra para obtener una dosis.
Y todavía hay mas preguntas trascendentes: si esta sustancia te produce un estado de éxtasis continuo, o sea de felicidad, ¿para que hacer otra cosa que no sea drogarse?, ¿ser feliz plenamente y eternamente no es lo que desea todo mundo?, ¿Por qué no dedicarse simplemente a drogarse hasta que la muerte venga por nosotros?.
Como católico preguntón (como dijo el gran Abel Quezada hace unos 80 años) me pregunto que haría mi iglesia ante esta aparente nueva disyuntiva que plantea tal droga y solo se me ocurren dos respuestas que son interpolaciones de lo que se ha hecho hasta ahorita (o al menos lo que mi visión miope y parcial ha podido detectar): primero, sacaran una encíclica o algun documento que prohíba y quizás hasta excomulgue ipso facto a quien consuma tal sustancia, y segundo, que hagan algunas marchas y mítines, como ahora que se legalizo el aborto en el D.F., ¿y después?, no, ya es todo, volveremos a nuestras misas de domingo y la confesión mensual.
Hasta aquí llevo este cuento que no he contado, en el debate de que se debe hacer, ¿vivir en un estado de conciencia que inevitablemente conlleva sufrir?, o ¿drogarse e inducir a la droga hasta que mueramos –al fin y al cabo felices-?.
Y como dice una canción de Joaquín Sabina, ¿Por qué será que nunca terminan bien los cuentos que cuento yo?, así también yo no tengo aun las respuestas o mejor dicho el final de este cuento que quisiera fuera de final de feliz. Por tanto en aras de poder terminar con un “y fueron felices para siempre” se aceptan ideas de tal desenlace venturoso.

Alcides

domingo, 6 de enero de 2008

Súbete a mi moto.


Hay modas que se imponen de forma casi mundial, pero también otras que son muy puntuales geográficamente y que inclusive no pasan de un barrio o una ciudad. Eso esta pasando en mi pequeña ciudad, La Paz, donde cada día se ven mas motociclistas vestidos a la usanza de Lorenzo Lamas en aquella serie televisiva de hace unos años llamada “Renegado”.
Estos nuevos renegados creo que son producto de la película mas reciente de John Travolta llamada en español Rebeldes con Causa, pues tras su exhibición hace mas o menos un año en las salas de cine (y en el caso de mi ciudad en singular, la sala de cine, pues solo hay un cine) es que se dio esta inundación de motociclistas con chamarra de cuero, botas vaqueras, lentes negros y casco del ejercito nazi de la segunda guerra mundial.
El costo del atuendo, incluyendo la moto debe andar entre los tres mil y cinco mil dollares, o sea que es una moda solo accesible para cierto nivel económico, es decir, de la clase media alta para arriba, por tanto, volviendo a lo pequeño de esta población, quiere decir que son relativamente pocos los neo motociclistas y aun mas, como cruzar la ciudad de un extremo a otro, lleva máximo treinta minutos, y eso considerando horas de extremo trafico, nuestros renegados se ven en la imperiosa necesidad de dar vueltas en circulo en las calles mientras su cuerpo genera la dosis de adrenalina diaria que necesitan para sentirse realizados.
¿Y esta actividad es buena o mala?, la verdad no lo se, es cuestión de cada quien decidir en que invertir su tiempo y su dinero. Todos necesitamos una actividad que nos distraiga del trajinar diario y quizás lo propuesto por la película de Travolta (o sea, pasear en moto como desestresante) les esta resultando beneficioso a los nuevos páceños motorizados.

Alcides

Todo es pasajero.


Todo es pasajero,
tal es mi anhelo,
que solo espero
no pase lo primero.

Todo es pasajero,
hasta llegar el día postrero,
en que se mostrara El verdadero
y se extinguirá lo efímero.

Todo es pasajero,
lágrimas y risas,
obvio y enredo,
calmas y prisas.

Más como os digo
hay una hora señalada
en que segara el trigo
y lo que no vale volverá a la nada.

De los malos allí será el llanto,
pero de los que se hayan sostenido
será del triunfo su canto,
por la luz redimido.