jueves, 2 de octubre de 2008

Hablar de Joaquin Sabina


Hablar de Joaquin Sabina se vuelvo obligado si se quiere hablar de la musica en español contemporánea; su influencia, su lírica, su forma de contar historias y hasta su vida disoluta se permean por doquier. Así que Sabina viene siendo uno de esos “signos de los tiempos”.
En lo personal y no solo hablando de el, no hay una canción que me guste plenamente, una canción que toda ella diga lo que quiero decir, sin embargo picoteando de aquí y de allá hay muchas, muchísimas cuyas frases y metáforas me dicen algo; sin embargo en Sabina he encontrado muchas de esas estrellas fugases que me gustan del cielo oscuro musical.

He aquí una muestra de esas letras sabinescas que me dicen mucho y a la vez me dicen tan poco:

Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;

en el álbum de cromos de la resignación

pegábamos los niños que odiaban los espejos

guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.


Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida

le pedí que a su antojo dispusiera de mí,

ella me dio las llaves de la ciudad prohibida

yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo di.


Así crecí volando y volé tan deprisa

que hasta mi propia sombra de vista me perdió,

para borrar mis huellas destrocé mi camisa,

confundí con estrellas las luces de neón.

Hice trampas al póker,

defraudé a mis amigos,

sobre el banco de un parque dormí como un lirón;

por decir lo que pienso sin pensar lo que digo

más de un beso me dieron

(y más de un bofetón).


Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,

lo que sé del pecado lo tuve que buscar

como un ladrón debajo de la falda de alguna

de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.


Así que, de momento, nada de adiós muchachos,

me duermo en los entierros de mi generación;

cada noche me invento,

todavía me emborracho;

tan joven y tan viejo,

like a rolling stone.

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