viernes, 6 de junio de 2008

La pequeñez de nuestras ideas.


Recientemente cumplió años Carlos Monsivais, creo que como ochenta, no puse atención en ese detalle; pero lo que si me di cuenta es que las dos grandes televisoras publicas (Televisa y TV Azteca) hicieron esos días una verdadera campaña mediática por instituir a Monsivais como el sucesor del trono dejado por Octavio Paz de “El Intelectual de México”; en las entrevistas de ambas cadenas no falto la referencia al tema. Los entrevistadores estaban entusiastas por saber que opina el susodicho sobre el titulo conferido por las más influyentes televisoras en la opinión pública. Obvio, por modestia verdadera o falta el interfecto se deslindo de tan gran titulo.
Lo que a mi me llamo la atención de las tres entrevistas que pude ver es como Monsivais redundaba una y otra vez en el mismo tema; hacer mofa de la política mexicana. Claro esta que la política mexicana lo mínimo que se merece es eso, si México a caído en la anarquía es por la rapiña de sus políticos.
Pero el asunto que me atañe es como Monsivais iba a dar siempre al mismo tema, independientemente de que el tema cuestionado tuviera poco o nada que ver con política. Si le preguntaban de la Selección de Fútbol Mexicana, o sobre Dios (hay que recordar que un intelectual que se jacte de serio debe dominar todos los temas), invariablemente iba a terminar haciendo del tema cuestionado una metáfora de nuestra política y políticos de poca monta.
Los psicólogos podrían alegar una obsesión en Monsivais, pero creo que mas que nada lo que mostró son sus limites intelectuales como humano; limites que todos tenemos y, que todos debemos lidiar de forma mas o menos conciente.
También se podría decir que es el estilo o tendencia en Monsivais, sin embargo, no por ello deja de ser un límite. Esto es mas obvio en el arte, cuando se ve un VanGogh no es necesario que nos digan que la pintura es de el, se reconoce el estilo, los trazos, el color, los temas. Igual en la música, el que escucha a Mozart, sabe que es Mozart aunque sea la primera vez que escucha la pieza.
Estos límites de nuestra capacidad intelectual quedan más claros al realizar el ejercicio de redactar un pensamiento, cualquiera que sea. Uno viene, se sienta, trata de decir lo que piensa y a los quince minutos se topa con el final de la idea.
Lo mismo sucede en lo libros, sobre todo los filosóficos o los ensayos, uno puede leerlo completo pero la idea central serán media cuartilla a lo sumo, lo demás, es el desarrollo de esa idea. Inclusive en lo religioso pasa lo mismo, el credo del Islam es una muestra de ello: Ala es el único Dios y Mahoma su profeta. Esa es la centralidad de la fe islámica expresada en palabras y, sin embargo, bajo lo escueto, en torno a ella se desarrolla vidas enteras.
Lo que quiero decir con todo esto, es que las ideas de los hombres son limitadas, que se pueden poner en unas cuantas líneas, no así la imaginación, esa fluye sin límites más allá de los bordes de la razón y la cordura.
Estamos hechos de pequeñas ideas, somos pues como un libro de aforismos o frases, allí están nuestras ideas vitales, lo que conforman lo que somos, lo que opinamos o creemos sobre cualquier tema o circunstancia. Seria un buen ejercicio empezar escribir esas ideas. ¿Hasta donde llegaríamos? ¿Qué descubriríamos de nosotros mismos?.
Alcides

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