sábado, 26 de enero de 2008

El hombre mediocre.


Confieso que durante años la idea de caer en la mediocridad fue una idea aterradora para mi; en aquel tiempo la simple palabra me parecía fea, grotesca, casi como lanzar una maldición en contra de quien se profería, la peor de las ofensas y, aun hoy creo que así debiera de seguir despertando una cierta fobia sana en nosotros; pues en gran medida miedos así son los que lo impulsan a uno a ir o a buscar mas allá de lo alcanzable con meramente estirar la mano.
Sin embargo hoy, pasados varios años, la mediocridad a pasado a entenderse en mi interior primero que nada como algo subjetivo, es decir, bajo tantas consideraciones y de tan variado tipo que viene acabando por ser una cuestión muy personal, es decir, uno mismo es el único que puede darse cuenta si es o no un mediocre.
La contraparte de la mediocridad, es decir, el hombre de éxito, hoy por hoy, también ha sufrido una grave desvirtualización, pues ¿quienes son los hombres de éxito?, aquellos que logran tener todo lo material, que tienen un buen carro, una buena casa, una empresa en crecimiento, aquel que esta hasta altas horas de navidad y año nuevo en su oficina, esos son los admirados, los que dejan todo, incluyendo a su familia y a su propio yo en aras de llegar a ser alguien, aunque ese alguien sea algo que se compra.
Por tanto el éxito y la mediocridad son solo un par de mitos que pueden aprisionarnos, son solo un par de palabras, que por si solas carecen de valor, pero que si las metemos a nuestra vida de una manera irreflexiva nos llevan a una esclavitud de todo nuestro ser cuyo único salario, al final, será nuestra miseria como humanos

Alcides











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